Ahora que la nueva Ley de FP nos redescubre los proyectos o retos y nos incentiva su introducción a través de unas metodologías (ABP, ABR, APP, PBL, APS...) que muchos centros y docentes han puesto en marcha a nivel de ciclo o a través de uno o varios módulos, merece la pena seguir caminando en esta dirección por distintas razones:
1. La motivación. El diseño de un reto o proyecto que se acerque a la realidad profesional y al entorno laboral futuro del estudiante aporta motivos extra para su satisfacción con la formación recibida. Si logramos además conectarlo con sus intereses, ya tenemos la combinación perfecta para un lanzamiento exitoso. Sin olvidar la trascendencia y visibilidad, más allá del aula, que debemos dar a la presentación de sus productos o soluciones finales.
2. El trabajo en equipo de los docente y el alumnado. Estas metodologías conllevan un trabajo colaborativo donde lo ideal es que el profesorado lo diseñe de modo que los responsables de los módulos participantes participen desde el principio hasta el final de cada proyecto. Además, el alumnado también debiera trabajar a través de equipos de trabajo heterogéneos donde todos puedan aportar a través de una organización formal y unas responsabilidades asumidas.
3. La digitalización. Un reto es una oportunidad para incluir aquellas nuevas tecnologías o herramientas digitales que son una realidad o tendencia en el sector profesional del ciclo formativo. Nos ayuda a obligarnos a plantear su introducción a la par que todos aprendemos las bondades e inconvenientes de su aplicación en el aula.
4. La programación. Un proyecto puede ser útil para alcanzar aquellos Resultados de Aprendizaje (RA) que más nos cuesta introducir en las programaciones del ciclo formativo. Incluso, podemos idear proyectos desde aquellos RA menos trabajados o que difícilmente podrán llevar a cabo durante su formación en las empresas. Asimismo, un buen diseño de un reto nos facilita la visión global del ciclo y la complementariedad de los distintos módulos que lo componen.
5. La memorabilidad. Hay proyectos que por su carga social, emotiva o las experiencias que conllevan, dejan una huella en el aprendizaje del alumnado. Incluir esa particularidad a un proyecto facilita tanto su ejecución como una formación que perdura en el tiempo.
6. La evaluación. Este tipo de metodologías son la oportunidad perfecta para introducir una evaluación formativa que valore el proceso, aporte feedback durante su realización y corrija los defectos o imperfecciones que siempre aparecen hasta lograr un producto final lo más impecable posible.
7. Metodologías. Este tipo de diseños para la enseñanza y el aprendizaje en la FP, no está reñido con otras metodologías como la instrucción directa. A menudo es necesario profundizar en ciertos conocimientos y competencias para luego hacer uso de ellos durante el desarrollo del proyecto.
8. Competencias duraderas. Conocemos sobradamente la importancia de esas competencias profesionales (curiosidad, colaboración, flexibilidad, creatividad, resolución...) que marcan la diferencia en la empleabilidad de los estudiantes. Un reto es un medio perfecto para contemplar este tipo de competencias que ahora algunos denominan como "duraderas" (durable en lugar de soft) y que tienden a tener más importancia en un mundo profesional donde la IA comienza a facilitar muchos procesos técnicos.
9. Experiencia. Este tipo de metodologías, a pesar de su supuesto carácter innovador, son una realidad en el mundo educativo y en la formación profesional desde hace siglos. En la actualidad hemos diseñado ciertos marcos conceptuales que nos ayuda a extender este modelo de enseñanza y aprendizaje para facilitar su implementación por parte del profesorado. Los primeros progetti aparecieron en 1577 con la fundación en Roma de la Accademia di San Luca para la formación profesional de distintos artesanos (García Doval, Fátima. La educación es otra historia) y ahora hemos aportado distintas variantes y objetivos para seguir con una metodología que se caracteriza por la libertad que concede al estudiante.
10. Activación. Durante la etapa del diseño, ejecución y evaluación de un proyecto, reto o problema profesional, estamos obligados a pensar, estudiar, discutir y crear nuevas oportunidades para el aprendizaje de nuestro alumnado. El día a día en el aula no ayuda mucho a activar estos verbos, y, los proyectos, nos exigen recolocarnos si queremos diseñar una oportunidad de aprendizaje realmente valiosa. Son un estímulo.
Afortunadamente, cada vez hay más recursos y formación de calidad para iniciarse de un modo efectivo en este tipo de metodologías. En la siguiente web os dejo con una recopilación de materiales y herramientas que os pueden resultar útiles al respecto: Recursos para diseñar proyectos y retos para FP
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