En Formación Profesional, al igual que en otras etapas educativas, los profesores acostumbramos a usar presentaciones digitales con distintos objetivos pedagógicos. Ya sea en PowerPoint, con presentaciones de Google, Canva o Keynote, no importa la herramienta, la mayoría tratamos de apoyar nuestra docencia haciendo uso de este tipo de software que no requiere conocimientos técnicos avanzados. El Prezzi pasó a mejor vida, el Genially requiere más tiempo de uso para manejarlo convenientemente y ahora la IA se supone que agilizará el diseño. Sin embargo, ¿facilitan el aprendizaje?, ¿hemos analizado cuál es el diseño ideal de una presentación educativa?, ¿es necesario entregar las presentaciones antes de dar el tema o mejor hacerlo a su finalización?
No parece haber evidencias claras de que el uso de las presentaciones mejoren el aprendizaje. En 2018, Baker y otros llevaron a cabo un metaanálisis de 48 estudios sobre el tema sólo para concluir que con el uso de PowerPoint no hay un efecto estadísticamente significativo en el aprendizaje cognitivo (desde recordar hechos hasta crear conocimiento). Aún así, la experiencia nos dice que, dependiendo de la materia o el nivel de los estudiantes, a través de las diapositivas podemos añadir una motivación extra a la clase o sintetizar los contenidos más relevantes del temario para su mejor comprensión. Incluso, los estudiantes pueden percibir que estas presentaciones son más útiles de lo que realmente son para sus resultados personales. A pesar de la falta de conclusión de estos estudios, es indudable que las presentaciones siguen siendo un apoyo para captar la atención o para que el docente tenga un soporte adicional y una guía para dar clase.
En relación al diseño de las presentaciones, todos hemos sufrido diapositivas soporíferas o antiestéticas donde no hay un orden adecuado en el guion presentado; o donde los textos, gráficos e imágenes utilizados no tienen la perceptibilidad mínima requerida: tamaño de la letra pequeño, tipografía no legible, exceso de contenidos, contraste inadecuado entre los colores de la fuente y el fondo, etc. Además, corremos el peligro de sintetizar en exceso los contenidos: la materia se simplifica y el alumnado solo estudia las diapositivas publicadas (con un exceso de viñetas o bullet points) mientras dejan de leer textos elaborados que requieren una mayor atención. En cuanto a las imágenes, además de elegir aquellas que tengan relación al texto insertado, o gráficos que ayuden a explicar conceptos y procesos, también debiéramos hacer uso de ellas para incluir ejemplos, añadir humor, cambiar de tema o hacer algún receso durante la presentación. Evidentemente, hay módulos o materias donde la parte visual tiene más sentido: sanidad, geografía, comercio, diseño, etc.
El cómo usemos estas diapositivas también marca la diferencia. No tienen sentido hacer uso de ellas para ser leídas en clase por el docente. Una diapositiva con solo una o dos líneas junto a una imagen representativa debe dar pie a una explicación más desarrollada. No hacen falta decenas de palabras. Para evitar la pérdida de razonamiento, contenidos o vocabulario, es aconsejable el uso de las presentaciones como un material complementario y no como el objeto principal de estudio. Añadir otros textos a través de artículos, libros o apuntes elaborados por el docente, nos ayuda a evitar esa excesiva simplificación de los contenidos que deseamos transmitir y de las competencias y de las capacidades cognitivas que debemos desarrollar. Asimismo, además de usar las diapositivas como un medio meramente expositivo, podemos incluir diapositivas que favorezcan el debate y el diálogo, lancen cuestiones a la clase, nos ayuden a introducir anécdotas o ejemplos, etc.
Cuestión aparte es la pertinencia de que los estudiantes tomen notas durante las presentaciones (un hábito ciertamente en desuso). Quizás no insistimos lo suficiente sobre la importancia de que traten de tomar apuntes para mejorar la comprensión y añadir explicaciones al material de estudio. Hay alumnos que son capaces de tomar apuntes mientras escuchan al docente, tanto en un soporte digital como en papel; y las diapositivas pueden ser una buena excusa para incluir esas explicaciones adicionales que enriquecen el temario de nuestra programación. Pero la realidad nos supera ante las distracciones que ofrecen los dispositivos conectados a Internet. Difícil contrincante.
Los estudiantes, por experiencia, suelen querer disponer de la presentación antes de comenzar el tema o la materia en cuestión. Pueden ser muy insistentes requiriendo la publicación de las diapositivas con el fin de tener ese material que algunos aprovechan para seguir la clase y tomar notas; mientras que otros se relajan al saber de su existencia (más aún si son los únicos apuntes del módulo). Sin embargo, el estudio de León y García-Martínez (2021) confirmó este patrón: los estudiantes opinan que la provisión de diapositivas de PowerPoint apoya su proceso de aprendizaje. Los alumnos lograron resultados más bajos en la prueba de conocimiento cuando se proporcionaron las diapositivas y resultados más altos cuando no recibieron ninguna diapositivas. Esto era independiente de la participación de los estudiantes y el uso de estrategias de aprendizaje. Al mismo tiempo, los estudiantes con valores promedio o más altos en su compromiso con el aprendizaje hicieron mejor la prueba de conocimiento que sus compañeros de clase con valores más bajos - independientemente de si las diapositivas de PowerPoint fueron proporcionadas para el tema o no. Lo mismo ocurrió con los estudiantes con un mayor uso de estrategias de aprendizaje. Lo que sí parece claro es que si no facilitamos las diapositivas previamente favorecemos el porcentaje de asistencia a clase y la consiguiente mejor comprensión del temario.
Personalmente, a pesar de que hay estudiantes (una minoría) que toman notas en las diapositivas durante la clase, si se las he entregado previamente, prefiero no suministrarlas. La idea es mantener la atención del grupo de alumnos, sorprenderles de algún modo y tener la oportunidad de ir modificando o añadiendo diapositivas durante la presentación de cada unidad: incluyendo noticias, datos actualizados, nuevas tareas, etc. Las publico posteriormente (aquí un ejemplo reciente sobre la identidad digital). Elaborar unos apuntes propios es una tarea compleja que requiere un tiempo que no siempre tenemos. A través de presentaciones propias y personalizadas siempre es más fácil para perfeccionar los materiales publicados por otros autores a la vez que enriquecemos los contenidos y activamos a los estudiantes durante nuestras clases. Simplificar el diseño, hacerlo todo más visual y estéticamente agradable, incorporar ejemplos y oportunidades para el debate, son algunas pautas que pueden facilitar nuestra docencia.
Foto de Parastoo Maleki en Unsplash
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