DISCUTIR PARA EDUCAR PROFESIONALES

martes, 15 de octubre de 2024


Siempre preocupa que los más jóvenes no tengan cierta conciencia social sobre los transformaciones que implica la introducción de nuevas tecnologías en nuestras vidas. La solidaridad, la empatía, la inclusión o la diversidad parecen conceptos abstractos que pueden no percibir necesarios o incluso encontrar inútiles en una sociedad que no les ofrece las oportunidades o los medios que necesitan para desarrollarse personalmente. Ciertos discursos calan y, por mucho que aportes datos, hay ciertas ideas fijas o sentimientos donde el debate y la reflexión es peliaguda. Y nos toca discutir y provocar polémica.


Los sesgos de la IA que favorecen el sexismo, la homofobia, el racismo o cualquier otro tipo de discriminación, no son considerados siempre un problema. El uso responsable de las redes sociales parece un tema de adultos viejunos escandalizados porque una multinacional no quiere controlar a delincuentes, acosadores y pederastas que se cuelan en las cuentas de los más chicos. La culpa siempre la tiene el otro: las familias, las empresas, el gobierno, el sistema... El discurso de que cada uno se apañe por su cuenta se expande y lo que le ocurra a otros no es problema mío. Aquí al lado o a miles de kilómetros. La geopolítica es un término extravagante. Precioso panorama. Sin embargo, todos estos asuntos son oportunidades inmejorables para hacer uso de la dialéctica. 


A nivel docente ya he insistido en otras ocasiones en la necesidad de incluir expresamente esta serie de valores, el cuidado de la identidad digital y esas competencias personales que ahora trabajamos de un modo más o menos formal según la sensibilidad y formación del profesorado. Los nuevos módulos de FP son de hecho una oportunidad para caminar en este sentido. Más allá de ciertas charlas o vídeos que puedan ser de interés (fundamental el reportaje sobre Meta) siempre es recomendable un debate sosegado con información comprensible y contrastada para nuestros estudiantes. 

 

No hay que ser catastrofistas ni agoreros con la juventud, pero conviene dar baños de realidad a muchos chavales que no ven más allá de su círculo cercano o, peor aún, de lo que le recomiendan los algoritmos de sus redes sociales. Da pereza la discusión, así como cansan los sermones; pero desde nuestra posición tenemos una credibilidad mayor de la que pensamos. Disponemos de muchas lecturas, documentales, películas o podemos montar proyectos -excelente oportunidad- con el fin de acrecentar estos saberes inútiles técnicamente pero valiosos a nivel humano. Discutir y entrar en conflicto, actuando de forma respetuosa, también es muy educativo.


Bastante tenemos con intentar acabar la programación de los módulos, pero no nos queda otra que pringarnos de vez en cuando con cuestiones que puedan tener un impacto en las vidas de los estudiantes o de sus familias a la hora de afrontar la convivencia. El verbo educar trasciende al de formar. Como afirma Victoria Camps: "Si educar es guiar y es extraer de la persona lo mejor que lleva dentro, hay que saber qué es lo mejor y qué es lo peor; por lo tanto, hay que tener criterios para educar, hay que tener criterios para dirigir." La FP debiera ser una educación profesional donde los docentes seamos capaces de diferenciar lo que es conveniente para el estudiante, fomentando la autonomía que requerirá en su futuro, pero haciéndole consciente de la necesidad de respetar unas normas que protegen la libertad de todos. Discutamos y convenzámosles.


Foto de Frank Eiffert en Unsplash

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