LECCIONES DE LA IA GENERATIVA PARA UN NUEVO CURSO

jueves, 29 de agosto de 2024

 


 

Después de un siempre corto verano donde seguro que la Inteligencia Artificial (IA) no ha sido la preocupación principal de los docentes parece que va siendo hora de afrontar un nuevo curso donde, además de la movida que va a suponer la implantación de la nueva FP, vamos también a lidiar con esa IA generativa que sigue acaparando titulares tras una sensacionalista irrupción en el mercado educativo. La emoción que nos causa la tecnolofilia, a pesar de las fobias que ahora abundan, nos convierte en presa fácil de la irrupción bien estudiada de los algoritmos en la escena formativa. Ya nos hemos hartado de hablar de ética (para luego no hacer gran cosa en la práctica); y los más longevos del lugar sabemos de la licuidad de las herramientas digitales en la escuela. Nos hemos equivocado demasiadas veces. Y, a la hora de la verdad, ¿para qué necesitamos la IA generativa en el aula?, ¿qué aporta al aprendizaje?, ¿es fiable realmente para un profesional?, o ¿qué hacemos ante un mal uso?


Tras unos últimos meses donde muchos nos hemos formado en el uso de herramientas de IA generativa, todavía seguimos alucinando ante vídeos, imágenes o audios generados de un modo cada vez más real y en menor tiempo, a la par que hemos pretendido desentrañar las virtudes de este tipo de IA o al menos conocer las amenazas que presenta su uso. Y, salvo su uso crítico por parte de ciertos profesionales expertos en tecnología o programación, me atrevo a afirmar que la mayor parte del profesorado ha caído en un manejo frívolo y/o poco crítico de las herramientas de la IA generativa. ¿Qué ganamos generando imágenes de un modo instantáneo o copiando textos convincentes sin tener en cuenta las fuentes y sin una reflexión previa? ¿Tanto importa la fachada si no hay buenos cimientos o si no amueblamos las cabezas previamente?


Ahora tocaría mentar esa manida frase: "la IA es inevitable y no podemos frenar su progreso"; una de una de las muchas excusas (geniales las recopiladas por Albert Sabater) que ponemos para utilizar sin mesura cualquier tecnología en el aula. Para que no me acuse nadie de tecnófobo os recomiendo la herramienta traductora de Google con la que podemos traducir con ayuda de la IA el texto de la imagen anterior al español (solo hace falta descargar la imagen original y luego subirla desde "Explorar archivos"). No lo hace nada mal pese a la interpretación que se pierde con frecuencia. Interesante este artículo para saber cómo funcionan estos modelos lingüísticos (LLM). 


Volviendo a las preguntas que hacíamos sobre el uso educativo de la IA generativa, y a pesar de los pocos meses que llevamos utilizándola a nivel docente, ya comienzan a publicarse estudios que cuestionan su impacto en el aprendizaje ("Generative AI Can Harm Learning") o para qué debiéramos emplearla de un modo educativo. Hacernos las preguntas correctas antes de hacer uso de la IA con los estudiantes o en el diseño de situaciones de aprendizaje debiera ser un paso previo obligado: ¿En qué mejora el aprendizaje? ¿En qué medida supera el desempeño de las actividades profesionales o la productividad (calidad, cantidad, eficiencia) de nuestro sector productivo (familia profesional)? ¿Nos ayuda esta tecnología a perfeccionar las tareas que un estudiante o profesional pueden efectuar sin su implementación?

 

Si solo buscamos mayor velocidad en la obtención de resultados estaremos errando el tiro. Bien sabemos que el aprendizaje implica tiempo, además de la comprensión de conocimiento que deseamos adquirir o transmitir. Hacer programaciones en un santiamén, dar retroalimentación automática a un alumno, diseñar diapositivas vistosas de presentaciones o producir un vídeo llamativo mediante una simple frase, no son los mejores ejemplos de las posibilidades que nos ofrece la IA generativa. Por no mencionar la elevada probabilidad de plagio y la dudosa calidad de los contenidos generados. Es vital recalcar que los datos que entrenan a los LLM (tipo ChatGPT) incluyen inexactitudes y producen resultados falsos; que esta tecnología funciona mediante patrones y que no razona pese a la supuesta plausibilidad de sus productos (leer The Educational Hazards of Generative AI). Ser congruentes con lo que luego predicamos también significa educar. ¿Son solo los alumnos los que van en busca de lo fácil aún a pesar de las posibles deficiencias resultantes?

 

Al nivel docente, además de ser admisible no optar por la IA en la materia que impartimos, nos deberíamos plantear si la tecnología nos puede ayudar en nuestros objetivos y no tratar de encajar con calzador cada nueva herramienta dentro de nuestras programaciones. Por ejemplo, si existen imágenes libres que muestran algún proceso que nos interesa explicar, ¿para qué queremos generarlas perdiendo el tiempo con los prompts? O, si tengo lecturas técnicas fiables, ¿para qué arriesgarme con información dudosa generada con la IA? Si solo buscamos entretenimiento son una buena opción; pero hacer un uso avanzado donde el estudiante coteje resultados y amplíe su comprensión va mucho más allá de los cientos de aplicaciones y usos recomendados bajo versiones limitadas gratuitas o premium.


Evidentemente, como ya hemos experimentado el pasado curso, por mucho que pregonemos para evitar el abuso o el plagio de los materiales generados por IA, bien sabemos que no podemos poner puertas a este prado infinito. Podemos intuir plagios, sin certezas absolutas, y nos colarán tareas llevadas a cabo total o parcialmente por la herramienta de IA de turno. Los estudiantes también acabarán perfeccionando su uso como copistas de IA profesionales. Nos deberíamos plantear desde la escuela, aprovechando la estela de la evaluación formativa, que no es necesario calificar infinidad de tareas sujetas a un fácil plagio; sería más útil, en términos de aprendizaje, poner el acento en los procesos y lo que van a aprender con su realización. Suena bien, aunque supone un cambio relevante en nuestra tradicional procedimiento evaluador. Además, podemos aprovechar la coyuntura para aplicar la practica espaciada, intercalada y la autoevaluación. Pero ojo con evaluar con IA...

 

 

En cualquier caso, podemos diseñar tareas o actividades para adquirir competencias (pensamiento crítico, comprensión lectora, expresión oral, autonomía, habilidades sociales, etc.) que la IA difícilmente facilita. En un mundo futuro donde todavía no sabemos el alcance de la IA, seguimos teniendo la obligación de trabajar la lectura comprensiva de textos (sin caer en los simples resúmenes generados). También es factible usar la IA como herramienta explicativa de conceptos y procedimientos que luego podamos cotejar con materiales veraces; ya que no es sensato utilizarla como un consultor infalible. Al igual que, como antes comentábamos, sería interesante incidir en el aula en aquellas habilidades humanas que difícilmente serán sustituidas por la IA en un entorno profesional (solución de conflictos, empatía, ética, creatividad, etc.) y que son fundamentales para nuestros perfiles.

 

A pesar de todos los riesgos que implica el uso de herramientas de IA generativa tenemos la responsabilidad de conocer su funcionamiento e implicaciones en la enseñanza; debemos aprender de otras experiencias y aplicaciones en el aula de un modo crítico ("La nueva realidad de la educación ante los avances de la inteligencia artificial generativa") sabiendo que la IA generativa requiere de un conocimiento previo y no es una fuente fiable (fundamental la siguiente infografía sobre el uso responsable del ChatGPT del OEIAC) aunque siempre suene muy convincente. Debemos insistir en ello. A nivel profesional nuestros estudiantes seguro acabarán interactuando, de un modo u otro, con algún tipo de IA. También es necesario considerar los riesgos de contravenir la legislación europea sobre IA cuando hacemos uso en la empresa o profesionalmente.

 

OIEAC USO RESPONSABLE DE CHATGPT

 

Seguro que muchos colegas docentes de FP ya están trabajando con aplicaciones de la IA a su campo profesional. Mejorar la calidad de ciertos procesos a través de estas nuevas tecnologías, aún con el riesgo de este tipo de innovaciones, es una tarea delicada que va a requerir mucha experimentación previa. Crear comunidades de aprendizajes dentro de cada familia profesional puede ser una buena idea para desechar y seleccionar aquellas buenas prácticas que redundan tanto en el aprendizaje como en la formación técnica del alumnado. El marketing, la sanidad, el turismo, la hostelería, el diseño, la impresión, la informática, la agricultura, la gestión administrativa, etc. van a necesitar técnicos críticos y competentes con estas tecnologías (tan solo hace falta ver las posibilidades que ofrece Google con Gemini o Microsoft con Copilot. Si nos hemos embarcado en la IA para copiar y pegar sin cordura no hace falta subirse a esta nave. Al menos hasta que se vuelva autorreflexiva... 😅


Foto de George Liapis en Unsplash

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