INTELIGENCIA ARTIFICIAL: ¿REPETIMOS EL MODELO EDUCATIVO?

miércoles, 31 de enero de 2024

 

LA IA Y EL MODELO EDUCATIVO

El aterrizaje de la Inteligencia Artificial (IA) en nuestras aulas tiene a día de hoy un pronóstico más que reservado. Es innegable su influencia en los procesos de enseñanza y aprendizaje; así como, parece que los docentes volveremos a llegar tarde a ese paradero final donde la tecnología nos proporciona medios para ser más capaces tanto a los estudiantes como al profesorado. Y no me refiero únicamente a las competencias digitales. 

 

Repetir los mismos errores que antaño no es nada difícil en el mundo educativo. Somos presas fáciles de titulares sensacionalistas, listas de éxitos, discursos políticos y tendencias suministradas por interesados varios. Pese a las usuales buenas intenciones de los que trabajamos en la escuela, así como de las familias y sus alumnos, es sencillo caer en los mitos que a pies juntillas abrazamos, demonizando o adorando ciertas prácticas para, en el fondo, hacer poco más de lo mismo y buscando culpables donde no corresponde. Se presume la inocencia de muchas metodologías didácticas por simple desconocimiento o herencias recibidas sin atender a su origen. 

 

En esta sociedad del conocimiento, donde nos las prometíamos felices en un sistema donde se valoraba cada vez más la educación recibida, puede que nos hayamos desviado hacia una sociedad competitiva donde lo que importan son las respuestas correctas y los títulos atesorados. En el mundo educativo, cuando hace unas décadas comenzamos a alucinar (en el buen sentido de la palabra) con las posibilidades de Internet o con la irrupción de empresas tecnológicas como Google o Apple, creímos sin duda que teníamos la llave a una nueva forma de relacionarnos con el conocimiento más allá de las disertaciones o libros de texto que acostumbrábamos a recibir sin demasiada pasión.

 

Ahora, como si la historia se repitiera de nuevo también en la educación, estamos otra vez obnubilados con una tecnología que nos aporta muchos datos (y nos hurta otros tantos) y donde corremos el riesgo de hacer una utilización insustancial de la misma. No tiene mucho sentido que solo busquemos respuestas con una IA generativa (tipo ChatGPT) donde el corto y pego, ahora más ágil, es similar a ese guglear al cual la mayoría de personas acudimos para seleccionar y fiarnos de una contestación de entre las diez primeras obtenidas. 

 

Y los estudiantes, como no podría ser de otra forma, se reconvierten y continúan a la carga en la búsqueda de la eficacia y la eficiencia escolar: resolver problemas o entregar tareas al gusto del profesorado en el menor tiempo posible. Con la añadidura actual de la complicada detección de plagios o trampas varias que, indudablemente, siempre han existido. No hace falta buscar una cita de un filósofo presocrático para confirmarlo. Ya vamos tarde si no repensamos las tareas o proponemos otras actividades donde no importa tanto el producto final como el proceso para llegar al mismo. Seguramente ya nos habrán colado más de una respuesta fácil a una compleja pregunta con un sencillo prompt en su IA favorita. Nada nuevo en un planeta tierra donde fusilar contenidos es un deporte de riesgo popular. Luego nos hartaremos a hablar sobre la ética en su uso, pero la realidad nos atontará y acabaremos regalando datos a cambio de una cuenta gratuita o difundiremos contenidos de unas fuentes cada vez más difusas. 


En mi opinión, tampoco acertamos si enfocamos los usos educativos de la IA de igual modo en cualquier etapa educativa. Podemos seguir errando el tiro, al igual que ocurrió con la fiebre que introdujo dispositivos en la escuela para hacer casi lo mismo, y que sigue manteniendo vivas ciertas quimeras; ya se demuestran los efectos superiores en la comprensión texto de aquellos que leen en soportes impresos sobre los que lo hacen en digital con alumnos de infantil o secundaria. ¿Tantos cursos después no hemos medido los efectos de la introducción de la tecnologías en el aprendizaje?, ¿no sabemos todavía qué metodologías, con la colaboración de herramientas digitales, son las más adecuadas según el nivel educativo donde ejercemos? ¿podemos gastar algo más en la dotación de bibliotecas escolares en lugar de ocurrencias fugaces?


A nivel de la Formación Profesional, nunca ha sido fácil trabajar la comprensión lectora de textos expositivos, instructivos o argumentativos. El carácter eminentemente práctico de esta etapa no quita la necesidad de entender adecuadamente unas instrucciones, revisar un argumentario, comprender un artículo científico o sacar unas conclusiones. Incluso ahora, con la IA generativa, cotejar textos, extraer la información válida, verificar los errores o seguir unos procedimientos, son competencias que no pueden ser trasladadas completamente a ninguna herramienta tecnológica. Igulamente es necesario, además de esa capacidad crítica, ir en búsqueda de una creatividad que no solo se obtiene a través de prompts o aplicaciones con IA generadoras de vídeos o imágenes. Sigamos, o comencemos, a dar importancia a una tecnología que nos puede ayudar a idear, crear contenidos nuevos, conectar con otras personas, descubrir recursos, etc. No nos quedemos solo en el uso de una plataforma virtual donde seguimos con los deberes de antaño y donde la comprensión queda en un segundo planto. Difícil tarea la nuestra. 

 

Con la IA tenemos también la oportunidad de reflexionar acerca de la evaluación que arrastramos. Entiendo que es fundamental cambiar lo que medimos. Si antes abusábamos de las calificaciones o ponderábamos en exceso las entregas finales, sin posibilidad de rectificación y mejora, ahora estamos en un buen momento para trabajar con buenas fuentes de información eludiendo las IA para lo estrictamente necesario; a través de pocas pero buenas tareas donde lo que cuenta es la comprensión y el aprendizaje a lo largo de todo el proceso. Incluso, ¿por qué no?, trabajar momentos con textos y materiales sin necesidad de conexión o evaluar formativamente esa capacidad de entendimiento con otro tipo de actividades o pruebas personales. 

 

Nos guste más o menos la tecnología, es imparable. También en el mundo educativo. Añorar tiempos de tiza y tarima donde la selección natural y social era el factor preeminente es poco realista; además de inútil, en una sociedad donde la escuela puede y debe hacer de contrapeso ante un modelo que apuesta por el consumismo y la apariencia, pero que no puede sustraerse de las competencias y valores que necesitarán nuestros alumnos cuando dejen las aulas. 


Foto de Annie Spratt en Unsplash

0 COMENTARIOS:

Publicar un comentario

Disculpa las molestias si se demora la publicación de tu comentario. Se revisan para evitar el spam habitual. Muchas gracias.

Con la tecnología de Blogger.

.

Back to Top