LOS DOCENTES QUE NOS PRECEDIERON

lunes, 6 de noviembre de 2023

 

LOS DOCENTES QUE NOS PRECEDIERON

 

A algunos nos quedan muy lejos los años de colegio. Aún así, la mayoría, salvando a aquellos que no tuvieron la fortuna de ver respetados sus derechos como niños, tendemos a idealizar esos años escolares donde el juego y los compañeros de pupitre eran lo más importante. Nuestra selectiva memoria nos hace ese favor para no ahondar en la crítica que, ahora como adultos, hacemos al sistema educativo actual. Si meditamos sobre los maestros y profesores que nos acompañaron en el aula, la memoria revive esos limitados momentos donde nos sentimos reconfortados dentro de la caterva de chavales que consumían el oxigeno disponible de esas cuatro paredes. 

 

Ahora, ya como docentes con cierta experiencia, podemos echar la vista atrás y rememorar a esos enseñantes de ayer. Incluso puede que añoremos los tiempos de tarima, temores, ordeno y mando. Pero no es ese el tema que hoy me ocupa. El sistema educativo actual, con todas sus imperfecciones, es la consecuencia de muchos docentes ahora jubilados o fallecidos que tuvieron una mirada distinta sobre el significado del verbo educar. A pesar de las muchas deficiencias arrastradas por la inercia o la herencia a la que no sabemos renunciar cuando damos clase. 

 

Son esos primeros profesores a los que hay que estar muy agradecidos. Son esos compañeros y compañeras los que nos abrieron la puerta a una educación distinta donde lo que más importa es el afecto a unos jóvenes que tienen distintas preocupaciones, sufren inseguridades y patinan a menudo como consecuencia de su inmadurez. Colegas preocupados tanto por los conocimientos como por los valores que buscaban contagiar. Docentes responsables, sin ínfulas, cercanos, alejados de la pedantería, más dispuestos a colaborar que a sembrar con quejas los pasillos de la escuela. Profesores congruentes, sin premios ni títulos rimbombantes, que tenían como única falta el adoctrinamiento de sus alumnos para que llegaran a sentirse valorados y capaces de progresar a través del acompañamiento y el esfuerzo personal. Personas que no escatimaban minutos para atender y entender a sus estudiantes. Más allá de toda metodología.


Corren tiempos de incertezas en el mundo educativo. No sabemos si nos hemos pasado de frenada con ciertas concesiones a los estudiantes o si debiéramos desandar el camino y subir de nuevo a la tarima; corremos el riesgo de poetizar épocas pretéritas en lugar de estimar solo a los educadores admirables de entonces. Dudamos de cualquier ley educativa que nos plantean con prisas los que no entienden que la impaciencia es enemiga del aprendizaje. Nos hemos creído demasiados reclamos publicitarios que prometían renovar la docencia. Pecamos buscando la elegancia de las formas o a través de métodos simplistas, sin profundizar en el fondo de lo que nuestros alumnos realmente necesitan: ganas por saber más. 


Por ello, pese a la falta de cálculo en la frenada, debemos mantener la mirada puesta en ese retrovisor que nos ayuda a cambiar de carril con mayor seguridad. Echemos la vista atrás y sigamos las huellas de los mejores que nos antecedieron. Mantengamos la mirada puesta en el alumno, más allá de nuestra conveniencia, implicados en esa escuela que todos andamos construyendo y que algún día otros recibirán como legado. No dilapidemos la herencia recibida. Sigamos atesorando las maravillas de los docentes que nos precedieron. Tal vez así dejaremos algo de valor a los que nos sucederán. 

 

1 comentario:

  1. Tal vez, teniendo en cuenta Óscar, que quizás todo el alumnado no aprenda como nosotros y nosotras aprendimos y que conviene analizar de modo crítico la manera en que nos enseñaron (mejor y peor).

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