Ahora que tenemos calentito el nuevo Real Decreto por el que se desarrolla la ordenación del Sistema de Formación Profesional en España, vale la pena ir analizando los cambios que se avecinan y que se venían gestando en los últimos tiempos. En el artículo de hoy analizaremos el artículo 174 referente a la formación permanente del profesorado. Una formación que es un derecho y una obligación de los docentes y que se gestiona desde las administraciones y los propios centros educativos.
El nuevo RD no añade grandes novedades, salvo insistir en lo que ya conocíamos: la necesidad de disponer de un profesorado actualizado ante los cambios tecnológicos y de sostenibilidad que influyen en cada sector productivo, o las transformaciones en la organización del trabajo. Al respecto de esta última cuestión, las nuevas formas de trabajar, sería interesante estudiar las medidas de flexibilidad laboral que se precisan en los distintos entornos profesionales: espacios de trabajo, flexibilidad horaria, teletrabajo, digitalización, liderazgo y cohesión de equipos, gestión del tiempo, proyectos, equipos multidisciplinares, etc.
Luego, siguiendo con el mencionado artículo, seguimos con las necesidades formativas sobre la consabida innovación, y una investigación aplicada para la que se requiere mucho tiempo disponible, el emprendimiento, la digitalización y las lenguas extranjeras. Lugares comunes de sobra conocidos que requerirán de planes bien fundamentados, sin caer en marcos teóricos en desuso, a través de formadores que incidan en la aplicación profesional de este tipo de formación.
Sin duda, una de las medidas más necesarias es la relativa al impulso de estancias formativas en empresas u otras organizaciones, o en otros centros educativos, como un modo de crear redes de aprendizaje y formarse para mejorar la docencia y actualizar esas competencias que se quedan obsoletas con el paso del tiempo. Medidas que deberían ir acompañadas de permisos retribuidos dentro del horario docente y de obligado cumplimiento cada cierto tiempo.
A nivel digital se exigirán conocimientos para el diseño de materiales tanto a nivel tecnológico como metodológico. Un requerimiento un tanto complejo en cuanto incorpora la necesidad de contemplar la accesibilidad y la inclusión en el diseño digital. Será necesario avanzar mucho (ojalá con una efectiva implementación del Marco de Referencia de la Competitividad Digital Docente) para lograr que cualquier docente de FP pueda contemplar técnicamente las necesidades especiales de su alumnado junto a metodologías innovadoras para el aprendizaje.
Una novedad, que a priori suena muy bien, hace referencia a futuros programas a nivel estatal para favorecer la formación permanente del profesorado y las estancias formativas. Ojalá se instituyan este tipo de iniciativas y se aprovechen los recursos para la necesaria actualización del profesorado.
Asimismo, tal y como contempla el artículo 166 del citado RD, será necesaria la formación de los nuevos perfiles que se establecerán en los centros educativos de FP:
a) Coordinación o responsable de innovación de Formación Profesional.
b) Coordinación o responsable de internacionalización de Formación Profesional.
c) Al menos un tutor o tutora dual del centro para cada grupo, en función del número de alumnado.
d) Coordinación o responsable coordinador del servicio de orientación profesional, emprendimiento y el procedimiento de acreditación de competencias profesionales en el centro, en caso de no disponer de un departamento de orientación al efecto.
Estas figuras precisarán también una formación especializada para coordinar esos proyectos de innovación, internacionalización, FP Dual, emprendimiento u orientación, que tantos recursos requieren y que son vitales para la modernización de nuestra Formación Profesional. Esperemos que se doten los recursos válidos y efectivos para esa renovación imprescindible y exigente que necesita una nueva FP en el futuro entorno profesional.
Por otro lado, los nuevos módulos que se implementan (ver ANEXOS V, VI, VII, VIII y IX) requerirán formación específica para el profesorado de FOL o para aquellos que finalmente tengan que bregar con unos currículos que implican unos resultados de aprendizaje, en mi opinión, excesivamente teóricos y que aterrizan poco en la aplicación práctica de conceptos como la digitalización y sostenibilidad.
Echo de menos una mención a la didáctica de los módulos profesionales, así como a esa evaluación formativa tan necesaria para el cambio competencial que requieren nuestras programaciones. También hemos perdido la oportunidad de incluir una formación del profesorado que incida en esa necesidad, bien conocida por todos, de desarrollar el pensamiento crítico de nuestro alumnado; como docentes necesitamos medios para impulsar la lectura o el conocimiento humanístico de un modo transversal. Esperemos que las distintas administraciones autonómicas desarrollen, a través de futuros decretos, también este tipo de formación, en apariencia estéril, pero tan útil para el desarrollo personal de los futuros técnicos y técnicas en FP.
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