Es algo tramposa la pregunta que da título a esta entrada. Realmente, ni la creatividad, ni la autonomía debieran ir reñidas con el aprendizaje del estudiante. Todo lo contrario. Tal vez equivocamos conceptos cuando pretendemos formar alumnos creativos y capaces de resolver cualquier reto que les propongamos sin tener en cuenta su mucho o poco bagaje técnico o académico. Incluso podemos pecar de optimistas pretendiendo que cualquier joven alumno puede, de forma totalmente autónoma, resolver una tarea determinada sobre la que no ha trabajado previamente, gracias a la curación de contenidos, a través de lecturas, clases, prácticas, talleres...
Muy reveladoras las ideas de Ron Berger al respecto del trabajo por proyectos; explicadas estupendamente en un artículo del blog de Juan G. Fernández: Todos (los proyectos) incluyen mucho tiempo de lectura y escritura, además de la investigación. La idea es que puedan dar sentido a ese material, aprendiendo nuevo vocabulario y a través de diversos formatos. (...) Necesitamos dedicar tiempo a admirar modelos, encontrar inspiración en ellos, y analizar sus fortalezas y debilidades.
En resumidas cuentas, ya debiéramos de tener claro que cualquier tarea o proyecto que lanzamos a nuestros alumnos, necesita de esa famosa curación de contenidos que todo docente realiza para enriquecer y favorecer el aprendizaje del estudiante. Más allá del libro de texto, tenemos una gran variedad de recursos imprescindibles para que el alumno o su equipo de trabajo resuelvan de un modo óptimo el desafío planteado: materiales digitales, invitar a otros profesionales, visitas fuera del aula, etc. Algo ideal en cualquier ciclo formativo de FP, pero seguro que también indispensable esa curación en otras etapas educativas: ESO, bachillerato, universidad... Lo de exigir una investigación, sin ese andamiaje que procura el docente, suele resultar en un producto (y proceso) muy mejorable.
Todo este diseño de tareas, además del acompañamiento en el aula, es una tarea del profesorado esencial y tremendamente valiosa para favorecer ese aprendizaje deseado. Para ello, al igual que pedimos creatividad a los alumnos, debemos entrenarnos y dedicar tiempo para armar esas situaciones de aprendizaje donde se trabajen adecuadamente las competencias que aspiramos adquieran. Así como fomentamos el trabajo en equipo de los alumnos, y los docentes precisamos asimismo trabajar en equipo habiendo preparado previamente los materiales necesarios; es imprescindible, para alimentar la creatividad y autonomía del estudiante, mucha investigación y trabajo previo del docente. Sobrevivir a base de ocurrencias, sin añadir reflexión, experiencias ajenas o lecturas de todo tipo, asegura la mediocridad de las actividades planificadas.
El profesorado, como el alumno, necesita además un ingrediente extra que va más allá de la obligación de realizar un trabajo y calificarlo para cumplir con el currículo. Este elemento nos lo facilita el convencimiento de que podemos trabajar de un modo distinto en el aula; a través de proyectos o tareas que conectan con la realidad del estudiante y nos ofrecen la oportunidad de ser creativos eliminando los límites que nos autoimponemos en la programación habitual. La mala noticia es que requiere un trabajo previo exigente. Sin embargo, nos da la oportunidad de aprender gracias a esa investigación previa del equipo docente y merced a esos recursos materiales y personales que seleccionamos para enriquecer unos proyectos excelentes. Disfrutar de todo el proceso del diseño y ejecución de un proyecto, pese a los obstáculos y derrotistas, es un estímulo para seguir enseñando.
0 COMENTARIOS:
Publicar un comentario
Disculpa las molestias si se demora la publicación de tu comentario. Se revisan para evitar el spam habitual. Muchas gracias.