CARTA A UN JOVEN CON MÓVIL

lunes, 6 de febrero de 2023

 Estimado/a joven:

 

Puede parecer ventajista dar lecciones de vida a toro pasado. Como joven que eres, los consejos o recomendaciones de las generaciones que te preceden pueden sonarte a monsergas anticuadas, además de poco congruentes en el asunto que ocupa esta carta: el mal uso del móvil. Somos todos, mayores y jóvenes, los que a diario estamos enfrascados en ese dispositivo con acceso a internet que llevamos permanentemente pegado al cuerpo: al despertar, en el desayuno, durante las clases, en el transporte urbano, en casa, para comer, a la hora de dormir y de nuevo para conectar la alarma del día siguiente. Así día tras día, semana tras semana, año tras año. 

 

Y realmente lo disfrutas, lo disfrutamos. Es nuestra droga legal y corriente. Otras generaciones tuvimos también nuestras particulares actividades entonces demonizadas cuando se nos limitaba la televisión, los videojuegos o esos lugares (decían de perdición) donde jugábamos al billar, al futbolín o al petaco. Fuimos malgastadores habituales de nuestro tiempo en ocupaciones donde la diversión era una de nuestras aspiraciones principales. Nada nuevo bajo el sol. Aún así, muchas de esas actividades solo podían disfrutarse con los colegas y fuera de casa; aunque luego en el piso siempre nos quedaba ver la televisión a deshora, alquilar películas en el videoclub (el Netflix de antaño) y usar las primeras consolas con juegos sencillos pero adictivos. Es decir, no todo era literatura rusa, música clásica ni gimnasia a raudales. 

 

Ahora, con la perspectiva que dan los años, podemos ver que todo sigue igual. Algunos dicen que peor. Tal vez porque los más pequeños se olvidan de jugar, idear y buscar amigos con tal de seguir al lado de esa cuidadora de niños que tiene forma de pantalla digital (véase la tableta, el smartphone o cualquier dispositivo conectado a internet). Porque ahora tienes con tu móvil acceso permanente a chats, juegos online, música y vídeos en streaming, y un sinfín de recursos digitales. Todo maravilloso. Sin embargo, dejas de ocuparte de muchas otras cosas: hacer deporte, salir, quedar con amigos, ir al cine... En este informe reciente tienes muchos datos sobre el tema. Y el problema se eterniza aunque cumplas años.

 

En mi opinión, lo más sombrío de este asunto radica en quiénes provocan esta situación y qué motivos tienen para ello; cómo han conseguido atraparnos para malgastar nuestro precioso tiempo y las ilimitadas consecuencias de esta hiperconectividad de la que casi todos somos conscientes. Las aplicaciones más populares del móvil están diseñadas para hacernos dependientes y consumir el mayor número de impactos publicitarios posibles; es fácil pasar varias horas visualizando tiktoks, reels o partidas de juegos online en lugar de ocuparte verdaderamente de ti mismo o relacionarte de un modo auténtico con los que te rodean. Y así como aquellas cosas de jóvenes tenían un fin cuando llegaba la vida adulta ahora muchas personas siguen, a una edad avanzada, dilapidando gran parte de su tiempo y autoestima en que hagan caja las empresas propietarias de las redes sociales u otras aplicaciones que nos fascinan. Y ya nos avisaba Pepe Mujica en uno de sus brillantes discursos dirigido a los más jóvenes: "La vida se te escapa, se te va. Minuto a minuto. Y no puedes ir al supermercado a comprar vida". 

 

Te escribo para que seas consciente de ello. Los años te dan esa lección que en estos tiempos se hace más necesaria que nunca. Somos miles de millones los que podemos acabar idiotizados delante de un móvil o, por el contrario, podemos dejar de ser manipulados por la supuesta vida maravillosa de los otros y esa necesidad de transmitir cualquier paso para sentirnos queridos y satisfechos con nuestras vidas. El uso del móvil se ha vuelto ineludible y, ciertamente, podemos optar a aprender o pasar el rato con nuestro dispositivo personal; pero no debiera ser necesario que alterara nuestro comportamiento. Podemos apagarlo, desinstalar las apps que nos distraen o dejarlo en casa para estar más atentos a nuestros amigos, parejas e incluso profesores... ¡No seamos cautivos de aquello que estamos pagando con nuestros años! 

 

Probablemente, aunque te quede lejos, tu discurso futuro sobre el (mal)uso del móvil será más radical que estas líneas. Puede que veamos incluso como acaban siendo limitadas ciertas herramientas perjudiciales para nuestra salud mental o valores democráticos. Tu generación ya habrá percibido las luces y las sombras de esas pequeñas pantallas que iluminan u oscurecen existencias según sea nuestra capacidad de desconexión. No hipoteques tu futuro a esos likes o filtros capaces de empañar tus intereses, tu valía personal y de aquellos que te acompañan en una vida a la que puedes dar el sentido que tu decidas. 

 

Con todo el afecto y mis mejores deseos. 

Óscar Boluda

 

CARTA A UN JOVEN CON MÓVIL

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