En enero de 2013 arranqué con ilusión este blog que ahora estás leyendo. Da cierto apuro recordar esas primeras entradas, posts o artículos que siempre han tratado de ser una ventana a las reflexiones personales y recursos docentes llevados a la práctica en el aula. La originalidad del título que da nombre a este blog tampoco es gran cosa. La idea siempre ha sido buscar el debate, comentar y discrepar sobre política educativa; replantearse modas en la forma de enseñar o acercarse a esa pedagogía ahora denostada; probar nuevas tecnologías y metodologías distintas; reseñar libros de interés educativo; adentrarse en la digitalización o demandar más cordura y equidad para la Formación Profesional. Esa otra forma de enseñar, sin desanimar ni relegar al alumno y buscando su interés por nuestro ámbito de conocimiento, fue el punto de partida.
Por aquel entonces, me animé a escribir gracias al ejemplo de otros blogueros que también compartían sus recursos y reflexiones en esa por entonces animada blogosfera. Eran cientos los blogs de carácter educativo que se atrevían a compartir más allá de los recursos oficiales o las editoriales de turno. Los populares premios "Espiral Edublogs" fueron un hervidero de buenas prácticas y un sano ambiente donde reinaba el reconocimiento a otros compañeros. Tuve incluso la fortuna de obtener en 2015 una de las valiosas peonzas gracias a otro blog editado junto a estudiantes de FP de mi centro educativo. En aquellos saraos y congresos educativos (¡fantásticos los de FPeuskadi!) había quien me conocía por efepeando más que por mi nombre. Todavía me da cierta vergüenza recordarlo tras dos décadas como docente.
Ahora la reflexión educativa ha tomado otros derroteros. Al igual que la forma de compartir recursos o discrepar con otros colegas. El ruido de las redes sociales anima al sarcasmo y a la creación de bandos que olvidan la importancia de la educación en los que educamos. También aparecen nuevos formatos a través de podcasts (quizás los blogs del momento), grupos en Telegram, newsletters en distintas plataformas, las publicaciones en LinkedIn o los Espacios en Twitter. Los más atrevidos pululan (o bailan) por TikTok, los Shorts de YouTube, las stories de Instagram o se mantienen fieles a las publicaciones de los boomers en Facebook. Y nuestro estilo, más allá del medio, nos acaba definiendo en esa identidad digital que ya muchos esconden ante el hostigamiento de los mercaderes de datos. Y no todo vale.
Afortunadamente, perserverar en la publicación de contenidos ha terminado dando un buen resultado. Pese a la sencillez de este formato (y de mis artículos), así como a la especialización en contenidos relacionados con la FP, el número de lectores ha ido creciendo en los últimos tiempos. Ya no queda mucho para lograr los dos millones de visitas y algunos artículos atesoran varios miles de lecturas. Algo increíble hace unos años cuando era complicado lograr cien visitas diarias. La involuntaria connivencia con los señores de Google, que valoran los nuevos contenidos, ha sido una de las claves para lograr esos nuevos lectores en una Internet que sufre la publicación decreciente de contenidos educativos por parte de docentes particulares. Al menos esa es mi percepción. La imagen y los vídeos son los reyes de esta fiesta con barra libre de contenidos donde también es fácil aturdir al internauta con textos variopintos. ¡Y qué difícil es encontrar propuestas sensatas y con un buen trabajo detrás!
En tiempos de titulares es difícil ser leído. Lograr la atención, más allá de amigos o familiares, se puede obtener con perseverancia, un diseño que facilite la lectura, buenos títulos y recursos de calidad para los que buscan no solo algo de reflexión personal. Un blog tiene también su parte de sentido terapéutico; pese a que me muerdo la lengua con frecuencia. Además de ser un buen refrigerio para el ego cuando hay quien te lee no solo por aburrimiento.
Espero en 2033 poder de nuevo agradeceros la atención de vuestras lecturas, las recomendaciones y los ya escasos comentarios que por aquí algunos y algunas dejáis. No pierdo la esperanza de que estos espacios sigan vigentes como un medio para conocer nuevas personas y debatir lo que con la boca pequeña hacemos en nuestro día a día en las aulas. Pensar en voz alta y en negro sobre blanco siempre ha sido una buena idea. Gracias de nuevo por acompañarme en algún momento de estos últimos diez años.
P.D. Si dejas un comentario aquí debajo mi agradecimiento ya será infinito... 😉
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