POR UNA FP A CONTRACORRIENTE

jueves, 6 de octubre de 2022

El dulce momento que pasa la Formación Profesional es fruto del trabajo de los miles de docentes de FP que han pasado con esfuerzo e ilusión por esta etapa cuando aún eramos esa hermana pobre del sistema educativo donde, hoy también, pese a tantas loas, iban abocados los estudiantes que fracasaban escolarmente o disponían de menos recursos familiares. 

 

Actualmente, gracias a un sistema educativo que aprecia el carácter práctico de los contenidos y esa relación con el mundo del trabajo, la FP se ha tornado en el paradigma de una educación para ser competente en un complejo y competitivo entorno económico. Seguimos siendo capaces de preparar, en un tiempo récord, a miles de estudiantes para que en menos de 18 meses puedan afrontar un empleo con ciertas garantías a través de la adquisición de unas competencias profesionales técnicas y personales. Un éxito de la FP que ha supuesto una oferta y demanda creciente, gracias, sin duda, a la excelente formación y al valor añadido que ofrecemos a un mercado laboral español necesitado de perfiles técnicos. 

 

Estamos ante un sistema educativo que tiene como uno de sus principios (ver preámbulo de la LOMLOE) el compromiso con los objetivos de la Unión Europea: La pretensión de convertirse en la próxima década en la economía basada en el conocimiento más competitiva y dinámica, capaz de lograr un crecimiento económico sostenido, acompañado de una mejora cuantitativa y cualitativa del empleo y de una mayor cohesión social, se ha plasmado en la formulación de unos objetivos educativos comunes. Unos principios que casan con esa destacada importancia de la digitalización, en todas las etapas educativas, frente a otros conocimientos considerados como humanísticos: la palabra "digital" y sus derivadas aparece en 41 ocasiones, mientras que el término "humanidades" tan solo en 4. Competitividad ante todo.  


Esa demandada competitividad del alumnado no debiera, a mi parecer, ser parte de los objetivos educativos que se presumen en la educación obligatoria de nuestros niños y adolescentes. Incluso, si me apuran, no tiene mucho sentido en un bachillerato que prepara hoy en día únicamente con la vista puesta en el acceso a la universidad. ¿Dónde queda el gusto por el conocimiento?, ¿el descubrimiento de los saberes e intereses personales de cada alumno?, ¿la opción por las ciencias o las humanidades más allá de los criterios economicistas? La vorágine curricular actual solo perpetúa un modelo que basa la valía personal en las calificaciones para el acceso a determinados estudios y en la fortuna (en todos los sentidos) para adquirir un título demandado por el mercado. 

 

En la FP ya nos sabemos la lección. Siempre hemos tenido clara nuestra vocación para la inserción profesional y la orientación personal de nuestros estudiantes. Seguimos siendo el pasaporte de los desterrados de unos estudios poco interesantes donde se premia el aguantoformo en unas aulas difíciles de gestionar donde todos miramos de reojo el reloj que marca el final de la jornada. La FP engancha a muchos porque pueden demostrar su valía en otras áreas, viéndose capaces de idear y practicar los conocimientos que van adquiriendo. Pero, tal vez, eso no sea suficiente. Quizás todo no sea digitalizar procedimientos, producir vídeos o prepararnos para ese metaverso donde la realidad virtual o aumentada no hace más que ampliar una realidad áspera sin tener en cuenta esos saberes humanísticos que acrecentan el espíritu y el respeto mutuo. Todo cabe. La utopía también. 


Siguiendo la metáfora que nos ofreció Nuccio Ordine (imprescindible la lectura de sus libros) en una conferencia reciente: debemos ser como el salmón que va contracorriente remontando un río lleno de obstáculos ocultos por un utilitarismo que nos roba el tiempo para ser más rentables. Podemos aprovechar nuestra FP, así como nuestra educación primaria, nuestra ESO y bachillerato, para nadar en contra de una educación simplemente pragmática; podemos abrazar con fuerza el arte, la literatura, el cine o la música para avanzar por ese denso y superficial caudal que nos entorpece. Despertar ese deseo por crecer personalmente, a través de las humanidades, resultará seguro una tarea fructífera en una sociedad superficial donde el éxito está mal medido. Leamos más. Nademos en contra. 

 

FP A CONTRACORRIENTE

Foto de Drew Farwell en Unsplash

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