¿ESTAMOS HECHOS LOS DOCENTES PARA EL TRABAJO EN EQUIPO?

jueves, 10 de junio de 2021
No pretendo hacer una lista exhaustiva de motivos por los que el profesorado no estamos duchos en el trabajo en equipo. Podríamos aducir razones históricas o culturales que nos han (mal)acostumbrado a ese trabajo de hormiga en el aula a la que le molesta a menudo, paradójicamente, lo que rodea al hormiguero; ya sea por comodidad o por una sensación de eficacia o autosuficiencia donde nos estorban las ideas o maneras ajenas. 

Tal y como comentaba en la anterior entrada, la falta de autocrítica nos impide en ocasiones detectar esas carencias o mejoras que podríamos resolver aprendiendo de los compañeros, con una necesaria formación específica o a través de lecturas técnicas o pedagógicas recomendadas (aprovecho para recomendaros el catálogo de libros digitales de la Editorial Aptus). ¡Cuánto nos perdemos por no entrar al inicio de nuestra profesión en las aulas de docentes experimentados! Tampoco favorece el trabajo en equipo una plantilla eventual del centro o donde los docentes del ciclo no tienen cierta estabilidad. 

trabajo en equipo docente


Luego vienen ciertos problemas estructurales y organizativos que impiden a los centros educativos una organización adecuada donde la "reunionitis" no sea algo temido por la mayoría del claustro; donde no falten dinamizadores, espacios y tiempos organizados para llevar a cabo proyectos y una comunicación sana entre el profesorado. O las dificultades con el profesorado que, aunque nos cueste admitirlo, también padecemos de muchas teclas y temperamentos distintos, que impiden esa armonía indispensable en un trabajo colaborativo. La generosidad, el talante, el optimismo, el sentido del humor y, sobre todo, no ver trabas en cualquier propuesta, también facilitan ese trabajo en equipo. Las herramientas digitales, sincrónicas o asincrónicas, son secundarias en comparación con esas apreciadas cualidades personales donde sobran egos y amor propio en favor de un proyecto común. 

Por descontado, es clave también una mirada positiva sobre el alumno. La conexión es vital con un equipo de docentes que se preocupa por sus estudiantes y que entiende esta profesión como un modo de ofrecerles un futuro mejor. Despotricar y ver a los chavales como gente sin arreglo tampoco ayuda demasiado a cohesionar equipos y funcionar con un mínimo de armonía. La empatía no lo soluciona todo, pero ayuda bastante a conformar una meta y un modo de trabajar donde el alumno y su aprendizaje sean la base de nuestro diseño curricular. 

La heterogeneidad de los equipos docentes suele darse sin buscarla. Lo verdaderamente provecho es saber utilizar esas diferencias y las cualidades que cada uno de nosotros podemos aportar al conjunto de docentes. Todos tenemos intereses, habilidades o aptitudes que suman a la hora de trabajar en equipo. Lograr la motivación necesaria para que todos lo miembros se impliquen y aporten es, tal vez, una de las claves del éxito de un equipo ejemplar. Pero qué difícil resulta. 

Lo que está claro es que si no trabajamos en equipo, con regularidad y acompañados de un buen liderazgo, será complicado aprender a trabajar en equipo.  



1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo con todo lo que dices, aunque añadiría un aspecto: el propio sistema educativo es muy individualista, las evaluaciones fomentan la competitividad y la no colaboración entre alumnos. Las oposiciones para ser profesor también. Y la estructura de los centros, con departamentos prácticamente inconexos tampoco ayuda mucho. Los docentes venimos de una escuela de la que hemos heredado muchos vacíos, entre ellos esa ausencia de trabajo colaborativo, el no aprovechar las fortalezas de los demás, sino más bien intentar que no se vean.

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