Los tiempos que corren parece que no hacen mella en muchos de nuestros conciudadanos. Puede que no estemos sufriendo una Tercera Guerra mundial, pero me parece, de lejos, la peor situación que han vivido la mayoría de las generaciones actuales. Aún así, es fácil observar cierta dejadez laboral y académica: los quejosos de siempre poniendo palos en las ruedas sin aportar nada valioso; seguimos soportando a esos indignados solo con sus derechos pero no con los ajenos; o aquellos otros que siguen desempeñando su trabajo a la mínima expresión posible.
No suelen ser mayoría. Pero no está de más recordar, sobre todo a nuestros alumnos (ya que el resto de adultos no creo que varíe su dinámica), que es tiempo de esforzarse al máximo. No podemos permitir, pese a la compleja educación semipresencial que algunos soportamos, que el alumnado se escude en los impedimentos que supone asistir menos a clase y organizar su trabajo individual desde su domicilio. En Formación Profesional estamos obligados a recordarles la exigencia del mundo profesional y la necesaria autonomía personal que muchos trabajadores desarrollan con responsabilidad mientras teletrabajan.
Cabe igualmente recordarles que la situación económica es muy desfavorable, sin paños fríos, que pueden y deben esforzarse al máximo para estar bien preparados para su próxima inserción laboral. Que todo pasará. Los derechos laborales y los del estudiante siguen siendo los mismos, independientemente de la situación actual o futura, pero no podemos consentir abusos, dejadez o pereza, mientras hay profesionales desbordados por la contingencia actual; por no hablar de las miles de personas que sufren mental y físicamente los efectos de una pandemia que algunos solo miran de reojo o únicamente reaccionan cuando les afecta personalmente.
Nuestra labor, como docentes y educadores, pasa también por despertar esa conciencia que algunos tienen dormida. Con nuestro trabajo diario, y me consta del denuedo de muchos, somos ejemplo para los más jóvenes e incluso para aquellos que trabajan (y cobran) como si prestaran un favor al resto de los mortales. Seguro que en la aulas tenemos muchos ejemplos que pueden dar testimonio del padecimiento actual personal o profesional en sus casas, mientras otros solo protestan por un exceso de deberes o tener que corregir más exámenes.
Quizás, con el trajín actual y reorganización continua del curso, no es momento de mucha innovación educativa. Sin embargo, estoy seguro de que es tiempo de dar lo mejor de uno mismo, siempre que la salud lo permita, y redoblar los esfuerzos para que nuestros alumnos no pierdan conocimientos y competencias que seguro precisarán en ese porvenir que se antoja más incierto que nunca. Que no sea por no haberlo intentado, desde la autoexigencia.
¿Y en su exigencia no contemplan poner el autor de un artículo? ¿Quién escribió este?
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