Tengo claro, como algunas personas comentaban en ese mismo tuit, que la formación a distancia es útil y fundamental en ciertas circunstancias donde el alumnado no puede cursar presencialmente unos estudios por razones personales o profesionales. El e-learning o aprendizaje virtual a través de Internet nos ofrece un sinfín de posibilidades muy superiores a la tradicional enseñanza a distancia basada en los contenidos de un libro de texto. Son numerosas las organizaciones con experiencia en el e-learning y no voy a descubrir América enumerando las ventajas que ofrece este tipo de formación.
La formación online no funciona ahora mismo porque muchos alumnos son inmaduros, sobre todo en etapas de educación obligatoria, y precisan del acompañamiento de sus docentes en un contexto donde sus familias tampoco pueden atenderlos o no disponen de los conocimientos suficientes para acompañarles en su aprendizaje. No funciona porque, tal y como está planificada, deprisa y corriendo, impide una organización adecuada y una coordinación de los equipos docentes. Esa (des)organización prorroga o amplía ese trabajo meramente individual del profesorado en un "sálvese quién pueda" habitual en muchos centros educativos donde cada uno suele hacer lo que mejor puede o cree.
La formación online no funciona cuando venimos de un tipo de formación presencial que presenta unas inercias heredadas y ciertas malas costumbres de muchos alumnos que esperan una explicación individual de cualquier tarea y un estímulo de sus profesores. Sin descontar la falta de comprensión lectora que padecen muchos estudiantes, ¡ojalá nos sirva todo esto para fomentar e invertir en lectura! Sin perder de vista la necesidad de socialización con sus compañeros en un espacio, la escuela, que les ofrece a algunos una válvula de escape diaria a su situación familiar. Y la formación online, por mucha videollamada y aplicación digital que dispongamos, no ofrece ese contacto físico humano que los alumnos necesitan, al igual que su profesorado acostumbrado a hablar o escuchar a través de las miradas.
Luego vienen las dificultades de la evaluación de la formación online. La experiencia en este aspecto, sobre todo a nivel universitario o incluso en la Formación Profesional, ofrece múltiples prácticas docentes para valorar el aprendizaje y el trabajo del alumno. En la formación presencial, habituados a evaluaciones llevadas a cabo principalmente con exámenes escritos, se torna casi imposible encontrar alternativas fuera de los exámenes online o los tests que ahora abundan en las plataformas digitales de los centros educativos. Evaluar de otro modo requiere mucha reflexión, así como unas pautas claras de las que, en estos instantes, no disponemos. Lástima que el blog EvaluAcción no siga con esa tarea transformadora. Tampoco te pierdas, aunque dudo que ahora tengamos ese tiempo de reposo y lectura necesarios, los recursos que ofrecen desde EDULLAB o desde Conecta13.
En cualquier caso, espero que esta situación de emergencia, que habrá llevado a muchos profesionales de la enseñanza a valorar en su justa medida la necesidad de ser competente digitalmente, no sea aprovechada por las administraciones para hacer recortes; como prueba de que los alumnos pueden aprender por su cuenta y el docente es ese mero acompañante, asesor o coach que algunos pregonan. Tampoco deseo que, cuando todo esto pase, caigamos en el ansia de digitalizar todo sin ton ni son y sin un plan de formación a medida. La experiencia nos ha demostrado que las herramientas no son la solución ni el problema principal de la Educación y los robots, señoras y señores, no pueden sustituirnos por mucha inteligencia artificial que se desarrolle.
Sirvan estas líneas para valorar el enorme trabajo que desempeñan los formadores online desde sus instituciones públicas o privadas; una tarea poco valorada y que, como muchos están comprobando ahora, supone infinidad de horas de diseño de materiales, comunicación y evaluación de tareas. Un trabajo que, pese a estar bien desarrollado y con buenos resultados, no es tan agradecido y reconfortante como es la formación presencial.
Ahora, no queda otra, sigamos con el mejor ánimo posible con la teleformación, e-learning, formación online y a distancia, aprendizaje virtual o electrónico, o como lo quieras llamar. Todo sea por nuestros alumnos. Desde casa.
Excelente reflexión,la falta de destreza que tienen los alumnos con las nuevas tecnologías provoca dificultades en el aprendizaje aunque no deja de ser una herramienta complementaria, lo que esta claro que el alumno cuando se estresa por su desconocimiento de las TIC nosotros los docentes les estamos aportando un apoyo emocional personalizado donde en en la formación online es escasa.
ResponderEliminar¿¿Pero esto solo lo vemos nosotros?? ¿¿Qué hacen proponiendo para el curso que viene, un día a la semana de clase online?? En serio... ¿un día? ¿En qué puede beneficiar o perjudicar en nuestra salud, estar dando clase cuatro días y uno en casa?
ResponderEliminarEn mi centro existe una brecha digital brutal: no hay ordenadores, wifi o conocimientos en casa del alumnado.... Ahí lo dejo.
Un aplauso a cada una de tus publicaciones.