Insistir en estas normas mínimas de cortesía en un entorno profesional no está nunca de más. Por mucho que el "colegueo" se haya instaurado en los centros educativos; establecer límites, formas de trabajar y tratar a otros compañeros, se hace imprescindible en los tiempos que corren.
Pese a que determinadas normas nos parecen de sentido común; la insolencia, la impertinencia, el descaro o la grosería están a la orden del día, ya sea por esa inmadurez propia de la edad o por una inconsciencia natural. No es raro escuchar voces fuera de tono o un lenguaje inadecuado para un entorno académico o, en nuestro caso, de formación profesional. Eso sí, somos los docentes los primeros que estamos para dar el debido ejemplo.
Muchas de las reglas que se comenzaron a colgar (ver imagen abajo) en 1889 en las aulas de Reino Unido siguen hoy vigentes: respeto al profesorado y al material del aula, saludar y despedirse, llamar a la puerta antes de entrar, no interrumpir a los demás, ceder el sitio, ser puntual y ordenado, no inmiscuirse en los asuntos de los demás, o esa denominada "regla de oro". "Actúa siempre con los otros igual que te gustaría que lo hicieran contigo si estuvieses en su lugar".
En cualquier empresa son también imprescindibles ciertos comportamientos que pasan por: ser prudente con los comentarios vertidos, contestar con corrección las comunicaciones escritas, cuidar el lenguaje, preservar la identidad digital y la presencia en las redes, tener disposición para aprender desde la humildad, evitar los chismes, no buscar ser el centro de atención, ser honesto, no abusar de la confianza de compañeros o jefes, etc. Muy aconsejables también los valores de referencia que se desarrollan en el siguiente artículo: "¿Qué valores debería cumplir un buen profesional".
No son en absoluto normas reaccionarias ni se trata de volver a épocas pasadas donde el temor era la norma en el trato con superiores en el trabajo o docentes en las escuelas; buscar ese equilibrio entre educación y proximidad es fundamental en toda relación profesional. Y, como docentes de FP, no podemos eludir la obligación de trabajar estos aspectos además de las competencias técnicas de cada ciclo formativo.
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