Que en este país somos los reyes de la titulitis no es algo nuevo para muchos; lo cual no justifica esa supuesta avaricia por obtener cualquier título y a toda costa. Tal vez el problema lo vengamos arrastrando por esa manía de inflar currículums, sin valorar, en muchos casos, la persona que anda detrás de los mismos o por apreciar en exceso los apellidos del candidato de turno.
Incluso, en cualquier concurso oposición, no es raro que los postulantes presenten un mamotreto con los tropecientos cursos, cursillos, certificados, documentación o informes sellados por todo tipo de organizaciones. Sumar horas de cursos realizados, con escaso filtro, puede ser casi una empleo previo imprescindible para cualquier opositor que pretenda el éxito en su ambición personal.
Mientras tanto, la experiencia profesional, la madurez personal, el saber estar o las referencias profesionales, parece que van perdiendo rédito; un buen currículum, con un diseño vanguardista aderezado de un sinfín de títulos variopintos, puede ser más provechoso que una perseverante carrera profesional. Puedes llegar a ver frustrado un empleo si no acreditas un certificado de idiomas o no has cursado el "innovador" cursillo de turno.
A nuestros alumnos de Formación Profesional les insistimos en que la actitud es lo que manda en un puesto de trabajo. Que esas competencias blandas -soft skills- son más importantes de lo que piensan; pese a que su título oficial como técnico o técnico superior les abrirá unas puertas que demandan una certificación oficial y contrastada: "¿Cuáles son las habilidades más valoradas por las empresas?".
Lo que no podemos es caer en la rueda de formarse por inercia o sin buscar un aprendizaje útil para su vida laboral presente.
Luego vendrá la experiencia, que, aderezada de esa actitud profesional, es la que realmente diferencia a un buen profesional de otro ordinario. No hay más que ver a una camarera experimentada que te sirve con celeridad o a un enfermero que te extrae sangre con el máximo cuidado y sin dejarte marca alguna. La diferencia la marcan las personas con esa veteranía a la que adicionan una disposición siempre positiva.
Por favor, sigamos centrándonos en lo que más importa, inculcando esa disposición hacia el trabajo, pero sobre todo exigiendo a las empresas y a la administración que se valore en su justa medida este valor en detrimento de los títulos secundarios de turno. De hecho, las grandes empresas tecnológicas ya apuestan por contratar sin exigir títulos: "Las 15 grandes empresas que ya no exigen un título para contratar (y los motivos)". Aún así, habrá que estar vigilantes si estamos hablando de valorar más una serie de competencias sobre otras, o se está buscando abaratar salarios.
De momento, seguiré guardando mi carpeta con ese sinfín de certificados que me pueden salvar el pescuezo en alguna ocasión.
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¿TITULITIS O EXPERIENCIA CON ACTITUD?
viernes, 21 de septiembre de 2018
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