En pocas semanas, muchos comenzarán su Formación en Centros de Trabajo (FCT) en una nueva etapa donde pondrán en valor sus conocimientos adquiridos, la actitud necesaria que debiéramos haberles trasmitido y la necesidad permanente de aprendizaje y adaptación que tendrán en su vida laboral futura. Un martilleo constante sobre las exigencias del mercado laboral: idiomas, tecnología y mucha, mucha corrección y cordialidad en el trato; sin olvidar la exigencia personal y la autocrítica permanente (no dejes de ver con los alumnos, antes de comenzar las FCT, la película "En busca de la felicidad" basada en una historia real).

Muy optimista o iluso sería si pensara que mis alumnos se han enamorado de los entresijos del transporte internacional, las claves de los mercados exteriores o el manejo de la hoja de cálculo. Ingenuo me llamarían si creyera que esos mismos alumnos añorarán mis módulos, mis trabajos, mis demandas más o menos sensatas o mis horas de clase con ellos. Sin embargo, estoy seguro que valorarán más las horas junto a sus compañeros de pupitre, el buen ambiente de trabajo (pese a los conflictos habituales), la flexibilidad que han disfrutado o el clima del centro educativo.
Amar es tal vez un verbo demasiado intenso para ser utilizado cuando hablamos de formación (por no hablar de lo que nos cuesta hablar a muchos hombres de ello 😌). Nos podemos sentir más cómodos si hablamos del cariño que cogemos a los alumnos o del aprecio personal que les tenemos tras muchos meses y largas horas con ellos. Nosotros, al igual que nuestros alumnos, tampoco adoramos corregir exámenes, cumplimentar documentación o hacer multitud de horas de más. Aún así, tenemos un trabajo que, como escuche de una antigua compañera, emplea la mejor materia prima posible: los alumnos.
Afortunadamente, cada curso tenemos unos nuevos jóvenes con sus inquietudes, sus películas personales, sus retos o inseguridades. Pese a los encontronazos puntuales o el agotamiento físico y mental, siempre nos queda ese buen sabor de boca de despedir a unos alumnos mejor preparados que cuando aterrizaron por la Formación Profesional. Unos alumnos que siempre tendrán un recuerdo de estos años de formación, de los que hemos formado parte y que, al igual que ese primer amor, algún día los sentirán con nostalgia.
photo credit: Katerina Atha Paris Summer via photopin (license)
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