La liquidez o casi vaporosidad de la sociedad actual, que se experimenta no sólo en los más jóvenes, sino incluso en adultos ya formados, parece algo preocupante y sobre lo que deberíamos reflexionar con nuestros alumnos.
Influencers, youtubers, o un personal branding malentendido, junto al otrora famoso MYHYV, siguen haciendo mucho daño en las perspectivas y deseos de una juventud, millenials o incluso viejovenes que esperan encontrar su maná en los likes o en la fama etérea de las redes. Por desgracia, la humildad y la modestia no son valores favorecidos por los enredos de la comunicación instantánea o por los adoradores de imágenes en Instagram o de sus banales stories.
No nos queda otra que tomar cartas en este asunto y fomentar la discreción, el que vales por lo que eres y no por lo que posees (títulos o bienes) y la prudencia en nuestros actos públicos, ya sean virtuales o en carne y hueso. Nos debemos preocupar por la identidad digital, pero aún más por las formas de ser y actuar en público o en privado. Pensar antes de escribir y no al contrario. O donde digo escribir también valdría fotografiar, filmar, hablar...
Darse cuenta de lo poco que sabemos, de nuestra ignorancia ante tanto conocimiento acumulado disponible, de que somos expertos en nada y aprendices de casi todo, es vital para ser algo más que un número de seguidores o reproducciones pasajeras. El ego es muy mal consejero -casi tan malo como la falta de autoestima- pero hace un daño casi invisible a los más débiles que tienen que soportarlo o que acaban drogados por esos humos de grandeza mal entendida.
El silencio, la lectura o el debate respetuoso no son en absoluto incompatibles con la ludificación puntual en el aula, las nuevas tecnologías o cualquier otro método moderno que implantemos en nuestras clases. Más bien son un complemento obligado para aprender a trabajar en un ambiente propicio y en busca de una convivencia desde el respeto y sin la superioridad artificial del docente u otra figura cualquiera.
Espero que los tiempos de los zascas, los oportunistas, los ególatras incoherentes o los anónimos hirientes de las redes sociales pasen a mejor vida. Anhelo una vuelta o revuelta de esas redes que eran originalmente colaborativas, educadas y en búsqueda de esa última necesidad que describió Maslow: la mera autorealización.
Parece que tenemos mucha faena.
photo credit: iainmerchant Bottoms Up! via photopin (license)
SUPERFICIALIDAD O PROFUNDIDAD EN LAS REDES (Y EN LAS AULAS)
martes, 10 de octubre de 2017
Con la tecnología de Blogger.
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