Dándole vueltas a esto de la innovación educativa, en el caso de la Formación Profesional no podemos obviar la importancia de una permanente actualización tecnológica de nuestros ciclos, con la consiguiente necesidad de formación y digitalización de los docentes de cada familia profesional. Aún así, ligar la tecnología como algo imprescindible para llevar a cabo innovación educativa puede ser un error de base, tanto como el buscar la innovación permanente como el fin principal del profesorado de Formación Profesional o de cualquier etapa educativa.
Perseguir la innovación debe estar al mismo nivel que recuperar o restaurar esas competencias olvidadas y pasadas de moda; unas competencias y valores que son ahora más necesarios que nunca y enormemente apreciados por los empleadores de nuestros alumnos. No se trata de volver al autoritarismo o quedarse en un paternalismo que no hace ningún bien al alumnado, más bien seguir trabajando con el estudiante desde la proximidad pero con la máxima exigencia en cuanto al esfuerzo, el orden, la cortesía, limpieza, los modales, la convivencia, el silencio cuando es necesario o el respeto.
Incluir todas estas actitudes y comportamientos, sin dejar de lado la tecnología o las competencias técnicas de cada ciclo, debiera ser una constante en la evaluación de nuestros alumnos. Pese a que muchos comportamientos tienen están relacionados con la educación de las familias, no podemos taparnos los ojos ante la necesidad de este tipo de formación en nuestras aulas. Dedicarnos tan sólo a enseñar contenidos no es siempre posible por las circunstancias personales que nos encontramos en clase, por ello, necesitamos más que nunca innovar en relación a esta falta de valores y actitudes personales del alumno.
Hace falta mucho trabajo en equipo del profesorado, más formación y recursos para intervenir con los alumno más disruptivos, mucha reflexión sobre nuestra forma de evaluar pasando a considerar las competencias personales igual de importantes que las competencias técnicas. No sólo puede valer la calificación de un examen escrito o recuperar un módulo mediante un trabajo o cualquier otra prueba escrita; el alumno debe saber que no puede realizar unas prácticas (FCT) u obtener un título de Técnico o Técnico Superior si no es capaz de cumplir unas normas y mantener una convivencia positiva junto con sus compañeros o superiores a nivel laboral. Hacemos un flaco favor al alumno expidiendo títulos sin contemplar la variable afectiva y personal en su formación profesional. Lo más sencillo es dedicarse a corregir exámenes, quedar bien o expulsar a los más desconsiderados; la tarea más ardua es buscar el cambio de éstos y seguir enseñando a todo el grupo.
Debemos seguir innovando y repensando los procesos de enseñanza y aprendizaje, continuar con la actualización de nuestros ciclos y buscando las máximas competencias digitales de profesores y alumnos para que estos últimos no pierdan la batalla de la inserción laboral. Pero, sobre todo, debemos incidir en la formación integral del alumno y en una renovación de las actitudes y comportamientos de los más jóvenes.
La innovación tecnológica no está reñida con la búsqueda de una actuación responsable del alumno. Pese a que la tecnología por si sola es siempre más deslumbrante de cara a la sociedad, la auténtica innovación educativa la encontramos cuando descubrimos técnicas o procedimientos que nos permiten motivar al alumno a la vez que desarrollamos sus competencias profesionales y/o personales.
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INNOVACIÓN, RESTAURACIÓN O RENOVACIÓN EDUCATIVA
lunes, 13 de marzo de 2017
Con la tecnología de Blogger.
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