Todos deberíamos tener claros que la prioridad de cualquier sistema educativo son los alumnos. Unos alumnos que necesitan docentes preparados que dispongan de recursos materiales y pedagógicos suficientes. Para ello necesitamos el apoyo de una admninistración que debiera ser visionaria y unos centros educativos con unas líneas metodológicas claras que permitan innovar sin caer en burdos experimentos o modas del momento.
No podemos bombardear a los docentes, con una carga lectiva y unos ratios alumnos-aula mayores que en el pasado, con un sinfín de nuevos proyectos que provocan el descuido de la enseñanza. Es un sinsentido comenzar a formar a todo el profesorado en otras lenguas que no van a ser capaces de enseñar en condiciones. Es irracional que los docentes empleen tiempo y dinero en certificaciones que no suponen mejora alguna del proceso de aprendizaje de sus alumnos. Es absurdo ponernos a importar modelos educativos de países o regiones completamente diferentes a las nuestras. Por no hablar de dudosos rankings que igualan a la educación con cualquier otro sector productivo.
Estoy a favor de experimentar y buscar nuevos caminos para motivar a los alumnos, a la par que mejoramos sus competencias personales y profesionales. Ello no es óbice para plantearnos sosegadamente qué nos aporta una u otra tecnología, qué inversiones son prioritarias y si vale la pena el esfuerzo. Para ello hay muchos docentes "expertos" y en activo que pueden ser consultados.
La búsqueda del cambio educativo parece ser una elección inevitable de los responsables educativos, tanto de los centros como de la administración pública. Un cambio urgente que venimos demandando muchos docentes hartos de libros de texto, una evaluación meramente memorística, clases magistrales y una competitividad insana. Este cambio necesita que los docentes salgan de la famosa "zona de confort", pero no puede suponer un estrés sobreañadido que impida centrarse en el alumno sin perder de vista una exigencia y esfuerzo común.
Internet ha sido un antes y un después para la educación. Ahora, con toda esa información y conocimiento disponible, es el momento de asimilar y digerir un cambio centrado en el alumno y en la memorabilidad de la escolaridad. Memorabilidad urgente, sosegada, pero sin abrumar al personal.
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