Ser profesor, o más bien, ser un buen profesor es algo connatural en unos pocos. En mi caso, tras más de diez años de docencia, puede asegurar que, tras una vocación y experiencia docente temprana, no es hasta hace bien poco cuando he comenzado a entender lo que significa ser un buen profesor. De hecho, sigo en búsqueda permanente de todo aquello que me permite crecer profesionalmente.
Otros docentes son excelentes enseñando de forma innata. Por carácter, genética o experiencia vital, estos profesores tienen la virtud de conectar con el alumno, aprenden y enseñan sin tarimas físicas o figuradas. Son profesionales queridos y admirados por sus alumnos casi desde el inicio de su profesión. Saben exigir y enseñar al mismo tiempo. Consiguen ser memorables para muchos alumnos que pasan por su aula.
Otra mayoría, en la que me encuentro, necesitamos formarnos continuamente para tratar de captar estas sentimientos y cualidades. Precisamos absorber, tras mucha observación y lectura, estas aptitudes que posibilitan una evolución personal y profesional. Para ello, es necesario dejar de lado muchos prejuicios y experiencias que nos abocan a una docencia continuista y desfasada.
Es una obligación moral no quedarnos anclados en un estilo de docencia que se limita a repetir una pedagogía del simulacro. Un simulacro donde la mayoría de alumnos asisten a la escuela para titularse sin motivación alguna por el aprendizaje. Es nuestra responsabilidad llegar a ser ese buen profesor innato que enseña y aprende junto a sus alumnos sin obviar las necesidades de cada uno de ellos. Todo ello nos exige una formación continua, un cambio de paradigma donde caben diversas metodologías y una actitud de compromiso personal para con la comunidad educativa. Replantearse continuamente nuestra docencia es un ejercicio esencial para todo enseñante.
Como profesores, y parafraseando a Carlos Magro en su artículo, debemos imaginar nuestro futuro para cambiar nuestro presente. Un artículo que ahonda en esa necesidad permanente de cambio educativo y que parece estar más cerca que nunca. Si queremos acercarnos a esa deseada transformación no nos queda otra que abrir los ojos, todos y cada uno de nosotros, e imaginar y trabajar para ese aprendizaje ideal. Desafortunadamente, algunos seguiremos necesitando mucho esfuerzo para ser ese buen profesor innato. Ser humano y mortal tiene esas cosas...
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Ser humano y mortal es también una enseñanza ;)
ResponderEliminarBuf, ya te digo, demasiado por mejora y aprender y tan poco tiempo para ello...
Eliminarun saludo Iratxe!
Ser humano y mortal es también una enseñanza ;)
ResponderEliminarPor favor, rectifica lo de ABSORVER.
ResponderEliminarDisculpa y gracias por el aviso...
EliminarMuchas gracias Óscar por la mención :-) abrazo
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