Su cadaver apareció envuelto en los cables del router wifi. En el vecindario todo el mundo pensaba que era un tipo normal. Nadie sospechaba que almacenaba miles de tuits, correos electrónicos y favoritos en sus redes sociales.
No supo digerirlo. Acabo infoxicado. Ni las herramientas digitales de curación de contenidos, ni los diferentes marcadores sociales pudieron evitar la tragedia. Se llegó a pensar que había sido víctima de alguna conspiración ideada desde una lista o grupo de internautas.
Pero no. Desde un principio Twitter había cavado su propia tumba y la de su PLE. Acabó solo, con una línea de ADSL que no resistió su voracidad y necesidad de aprendizaje. Con cientos de proyectos colaborativos por evaluar y unos cuantos MOOC sin terminar.
En su lápida, junto a su avatar, figura la siguiente inscripción: "No pudo dejar de innovar".
Viñetas de los enlaces e imagen: @Potachov (Néstor Alonso)
EL PROFESOR INFOXICADO
jueves, 16 de enero de 2014
Con la tecnología de Blogger.
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