Tener un carácter abierto por ser un país del sur de Europa o latino, es perfectamente compatible con no ser personas ruidosas o vociferantes. Viendo recientemente un reportaje sobre, como no, la educación en Finlanda, me quedé maravillado del semáforo que utilizan en algunas escuelas para advertir a los niños cuando superan un límite de decibelios. No sé si es una cuestión cultural o genética, pero en nuestro país la falta de conciencia en este aspecto es más que notable.
Supongo que no es necesario ser tan cuadrados como los finlandeses, o quizás sí. Lo cierto es que la escasa cultura en relación al silencio o a utilizar un volumen de voz adecuado, es bastante significativa. En las zonas públicas o de uso común es donde más ejemplos podemos encontrar. Ejemplos con adultos que vociferan, hablan a un volumen excesivo a menos de dos metros de distancia o conversan por el móvil a voz en grito (incluso en hospitales o bibliotecas). Luego queremos alumnos tranquilitos en clase, con móviles apagados y sentados durante más de cinco horas seguidas. El ejemplo que damos padres, profesores o vemos en programas de televisión no son los más edificantes.
Es necesario educar en el silencio, en respetar los turnos de palabra y en saber manejar el volumen de voz mientras otros escuchan. Una buena opción es fomentando debates y ayudando a moderarlos, e incluso programando tiempos de silencio, trabajo y estudio semanal. Algo cada vez más difícil, con la dichosa multitarea -a la que estoy enganchado- y el ritmo que nos exigimos para llegar a todo. Momentos de desconexión para centrarnos en una sola tarea y poder reflexionar. Dejar de consumir contenidos multimedia y crear partiendo de un ambiente adecuado. Actividades compatibles también con una metodología diferente a las clases magistrales.
Podemos reflexionar sobre nuestro tono y volumen de voz. Especialmente los que debemos hablar en público o los educamos. Variar el tono es importante para atraer a nuestros oyentes, pero un volumen adecuado en nuestras conversaciones cotidianas se agradece igualmente. Al menos, siempre nos quedará disfrutar el silencio en algún monasterio: "El gran silencio" - Trailer.
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