NO NOS OLVIDEMOS

lunes, 18 de noviembre de 2024

 

 

IES 25 de Abril ALFAFAR después de la dana

La inercia diaria nos ciega. Estar agradecidos a esa aula que nos acoge con sus cuatro paredes más o menos templadas no es nuestro fuerte. Olvidamos pronto aquel día que no teníamos empleo o sufríamos uno en condiciones tristes. Nos pasa como con la salud: no se valora hasta que no se pierde. Aún así siempre encontramos pegas allí donde laboramos. Nos faltan equipos, horas disponibles, aire acondicionado, alumnos aplicados, conectividad, formación especializada, compañeros cómplices... Y cuando todo se va al traste nada de eso importa. 

 

Los medios de comunicación nos han embotado con tragedias lejanas a las que asistimos impasibles con escasa capacidad de influencia. Pero cuando te toca de cerca empatizas al instante; pese a que el tiempo se encarga de formar un película con la que proteger esa normalidad devaluada. Nos damos cuenta de la desgracia de otros frente a la propia fortuna: hogares arrasados, negocios fulminados, vidas perdidas... En primera persona, sin una pantalla de por medio, todo cambia. Germinan las buenas raíces que todos tenemos para atender al que más lo necesita mientras dejamos de lado las simplezas que nos despistan. 

 

Y la desmemoria brotará de nuevo. Volveremos a pensar solo en lo que nos afecta. Ya tenemos bastantes preocupaciones domésticas. Daremos clase pensando en el próximo verano. La inmovilidad educativa desesperará a unos mientras que a otros les atosigarán los cambios. Como siempre. Parece no haber remedio ni tal vez lo necesitemos. Sin embargo, convendría no olvidarnos de todos esos jóvenes que han perdido un lugar donde vivir y aprender rodeados de los suyos. Las autovías serán importantes, pero aún más lo es que vuelvan a tener un espacio, unos docentes y un material escolar mínimo para continuar con su preciada educaciión. 

 

No nos olvidemos de los padecimientos de tantísimas personas que, pese a la suerte de vivir en un país con recursos, necesitan nuestro apoyo y aliento durante los largos meses venideros. Además de exigir a las autoridades pertinentes, mantengámonos con la mente avizora para colaborar de cualquier modo con aquellos que ahora solo andan con lo básico (o incluso menos). ¿Dónde queda esa guardia que me incordiaba o ese alumno irritante? Ojalá todo fuera eso. Aparquemos el olvido por una larga temporada y mostremos esa buena cepa que tanto agradecen los que ahora sufren las consecuencias de la tragedia de la dana en Valencia. Hay muchísimo por hacer. No nos olvidemos de ellos.


HARTO DE LA IA

miércoles, 13 de noviembre de 2024

HARTO DE LA IA
Imagen creada con ChatGPT-4
 

Hay días exasperantes en el aula. En teoría, la práctica docente de una jornada lectiva cualquiera pasa por: seleccionar recursos, diseñar tareas, ofrecer explicaciones y luego resolver y corregir las entregas para una mayor comprensión. ¿Cuál es el problema? El abuso de la Inteligencia Artificial generativa por parte del alumnado (ignoro el grado de uso por parte del profesorado). En pocos minutos tienes un trabajo entregado que, para más inri, piensa el estudiante que está bien resuelto.

 

Esta experiencia personal dudo que sorprenda a nadie. En mi caso, trato de enseñar para qué les puede resultar útil la IA, en qué casos no es conveniente, o incluso diseño la tarea avisando de que solo se debe hacer uso de los materiales recomendados; así como deben mencionar las fuentes utilizadas para razonar las respuestas a las cuestiones lanzadas. Pero no hay manera. En cuanto te familiarizas con el uso de la IA generativa, sea cual sea (ChatGPT, Gemini, Copilot, Perplexity, Claude...), puedes intuir el plagio en las respuestas dadas. Más todavía cuando descubres que esa herramienta se ha inventado la respuesta (alucinaciones) y ofrece unos resultados peregrinos. 

 

Es evidente que la competencia digital docente en relación a la IA debe ser alta. No para prohibir ni denostar estas herramientas, sino para incidir en un buen uso de las mismas. Para ello, además de la parte técnica (no demasiado complicada) necesitamos una formación pedagógica que incida en cómo funciona esta IA y en qué situaciones debemos o no hacer uso de ella. No estoy hablando solo de detectar plagios, sino de hacer entender al estudiante que no tiene sentido hacerse trampas cuando juegas al solitario. Si realmente quieren tener la cabeza amueblada, saber razonar, ser resolutivos y eficaces en sus tareas, necesitan hacer un trabajo previo de comprensión, filtrado y síntesis de la información que manejan. 

 

La monserga, permitidme la expresión, de que debemos diseñar nuevas situaciones de aprendizaje, formar en nuevas competencias o evaluar de forma distinta, dudo que se esté cumpliendo actualmente. La tecnología sigue, como es habitual, un paso por delante del profesorado y de su capacitación pedagógica. Nos podemos poner a trastear con multitud de herramientas de IA generativa, pero, a la hora de la verdad, para enseñar mejor o para que los alumnos aprendan a hacer aquello que no solventan las máquinas, no creo que andemos muy finos. Podemos estar cayendo en una educación simulada: diseño con IA, resuelves con IA y corrijo con IA.

 

El objetivo, siguiendo algunas de las recomendaciones del modelo PIO del OEIAC sobre la autonomía de los usuarios, respecto al uso educativo de sistemas de IA debiera tener en cuenta que:


  • No disminuye el número de elecciones posibles y no obliga o fuerza a tomar unas determinadas decisiones en general ni en ninguna fase de su ciclo de vida.
  • Permita certificar que ayuda a las personas a tomar decisiones mejores y más informadas.
  • Las personas usuarias finales sean conscientes de que interactúan con una inteligencia artificial y estén suficientemente capacitadas e informadas para hacerlo.
  • Los resultados que genere sean etiquetados de alguna manera que permita a las personas identificar que este contenido ha sido generado por una inteligencia artificial.
  • No pone en riesgo los niveles de autonomía de las personas usuarias finales, evitando el uso de técnicas manipulativas o subliminales y adaptándose a las preferencias y necesidades de la persona.
  • El sistema contará con mecanismos que garanticen que sus operaciones sean transparentes, claras, sinceras y no alientarán a las personas usuarias a sobreestimar sus capacidades.

 

Hay días que te hartas de tanta IA. Soy sabedor de que no podemos sortear la IA. Incluso, en Formación Profesional, hay que ser conscientes de que los futuros técnicos y técnicas deben saber hacer un uso avanzado de la misma. Pese al hartazgo, y los conflictos que ocasionan los excesos de la IA, tendremos que continuar con esta agotadora tarea de educar en su uso apropiado. Comencemos por ver cómo funcionan las herramientas de inteligencia artificial generativa y midamos las taras, riesgos, sesgos o probables desinformaciones; luego ya descubriremos alternativas o prácticas eficaces que puedan redundar en un mayor aprendizaje o competencia profesional del alumno. Disculpad el desahogo.

LANZAMOS LIBRO: "APRENDER EN LA NUEVA FP"

domingo, 10 de noviembre de 2024

Finalmente, tengo la alegría tras meses de dedicación, percances de última hora y alguna que otra circunstancia medio resuelta que ha pospuesto su lanzamiento, de tener en mis manos un nuevo libro sobre la Formación Profesional. En esta ocasión figuro (y ejerzo) como autor de la mano de la Editorial Graó en esta obra titulada "Aprender en la nueva FP", en la cual, de un modo personal, trato todos aquellos aspectos que me preocupan y ocupan, y que considero valiosos para la docencia en esta querida etapa educativa:

 

1. ¿Cómo nos afectan los cambios de la nueva FP? 

2. Transforma tu docencia con metodologías pedagógicas. 

3. Aplica la investigación educativa para enseñar mejor. 

4. Introduce la evaluación formativa en los módulos. 

5. Actualiza tus módulos a través de la digitalización. 

6. Aprovecha la inteligencia artificial en FP. 

7. En FP también hay pensamiento crítico: los saberes inútiles y los valores. 

8. ¿Qué nos preocupa del nuevo sistema de FP?

 

Con total seguridad, la mejor parte del libro es el prólogo escrito por mi estimado Jorge Arévalo que ha tenido la gentileza de dedicar unas líneas sobre el presente y futuro de una FP que nos inquieta a la vez que nos motiva a movernos constantemente para su mejora. 


A lo largo del resto de apartados busco principalmente ofrecer recursos prácticos -a través de una bibliografía y webgrafía extensa- para cualquier docente de FP que desee mejorar su enseñanza y los aprendizajes de su alumnado. Cada capítulo viene con una parte práctica y ejemplos aplicados en distintos ciclos formativos para su mejor comprensión. No es un ensayo sesudo, ni mucho menos, sino más bien pretende ser una lectura que inspire en torno a los asuntos que hoy en día más nos pueden interesar como profesores de FP: el nuevo sistema de Formación Profesional, las metodologías, la programación didáctica, la evaluación, los valores, las evidencias educativas, la dichosa IA, etc. 

 

Espero sinceramente que su lectura merezca la pena. Ojalá dispongas del tiempo necesario para reflexionar y comentar al respecto de los temas que se desarrollan en las páginas del libro; soy consciente de que la intensidad del día a día en el aula no nos facilita pararnos, hacer autocrítica o investigar el modo de mejorar como docentes. Este es el objetivo de estas páginas: compartir mis pensamientos y experiencia docente para facilitar esa reflexión personal y profesional. Estaré encantado de escuchar o leer tus observaciones.


Está disponible en papel y en formato digital desde la web de GRAÓ con un 5% de descuento y gastos de envío gratuitos. Aunque recomiendo, si no te urge, pedirlo en tu librería más cercana

 

 
APRENDER EN LA NUEVA FP - ÓSCAR BOLUDA IVARS




EXIGIR PROFESIONALIDAD

lunes, 4 de noviembre de 2024

 

PROFESIONALIDAD Y LIDERAZGO

 

Más allá de las ideologías de cada uno, entiendo que una gran mayoría estamos de acuerdo en que la profesionalidad es una característica deseada cuando solicitamos un servicio. No importa que sea un servicio de hostelería, una cura de enfermería, la reparación de un vehículo o la instalación de un electrodoméstico. Es clave aclarar la definición que la RAE hace del término profesionalidad: Cualidad de la persona u organismo que ejerce su actividad con capacidad y aplicación relevantes. Y me atrevo a subrayar lo de relevante como el adjetivo que incide en el conocimiento y en un saber hacer excelente. Justo lo contrario de lo que implica la mediocridad con la que nos topamos con demasiada frecuencia.


Si nos reparan a destiempo un calzado no entramos en cólera, a lo sumo nos irritamos de un modo pasajero. Si me sirven la comida fría me disgusto con el camarero y puede que no vuelva más a ese establcimiento. Si no me instalan adecuadamente la fibra óptica en casa resoplamos y comenzamos a abrir incidencias con el servicio de atención al cliente. Si la profesora de mi hijo no atiende a mis correos me mosqueo con ella y protesto ante la dirección del centro educativo. Si reparan mal mi vehículo y puedo ocasionar un accidente, el cabreo ya es mayor y comienzan las reclamaciones formales. Si no me escucha la doctora en la consulta salgo disgustado; y no te digo si además yerra el diagnóstico. Llegan los pleitos.


Somos muy exigentes con los servicios que nos prestan. Más aún si hay un pago de los mismos tras ser suministrados. Todos demandamos puntualidad, exactitud, buenos modales y ese buen hacer que suele venir de la mano de la experiencia y los conocimientos técnicos de los profesionales que nos asisten. No es raro que te pregunten: ¿Conoces un buen pintor?, ¿o un profesor particular?, ¿o una dentista?, ¿o una psicóloga?, ¿un taller recomendable? Pedimos consejo de alguien que haya contrastado la profesionalidad de esa persona en su sector; esté más o menos saturado en cuanto a su oferta. 

 

Por todo ello, cuando nuestros estudiantes de FP protestan ante las exigencias del docente,  ya sea por la puntualidad, la minuciosidad, la estética de sus tareas, los modales que manifiesta o los conocimientos demostrados, debemos hacerles ver esa necesidad de profesionalidad como un valor que los diferenciará del montón de supuestos profesionales que destacan por la dejadez o la ineptitud a la hora de prestar un servicio. Ahora, con un mercado laboral menos tensionado, podemos caer en la tentación de no ser exigentes ante una mayor facilidad a la hora de encontrar trabajo o la supuesta habilidad de algunos de convertirse en millonario sin demasiadas complicaciones. Craso error que pagamos todos. 

 

Si antes me detenía en esos empleos de carácter técnico, donde la importancia de un trabajo mal efectuado tiene una importancia relativa, imagina qué ocurre con esos otros puestos de trabajo que tienen mayores responsabilidades. La exigencia sobre aquellos que nos gobiernan o nos dirigen, en las empresas o desde los organismos públicos, debiera ser aún superior. Reclamar que tengan profesionalidad, que sean sobresalientes en sus capacidades y en la aplicación de las mismas en su trabajo, parece estar en desuso desde hace demasiados años. No es un mal de la juventud actual. Cualquiera puede liderar o conducir una entidad si tiene buenos padrinos o es capaz de vender hielo a los esquimales. Incluso la fotogenia, el estilo personal, la habilidad para medrar, la ambición o la juventud pueden ser los factores más valorados en ciertos puestos de responsabilidad. Si tienes cierta edad eres un cascado o si no tienes colegas influyentes olvídate de promocionar.

 

Ahora, con la que está cayendo en una situación catastrófica en Valencia, recordamos la importancia de esa profesionalidad de quienes dirigen los asuntos más esenciales de nuestras vidas: la seguridad, la salud, la educación o el empleo. Todos queremos estar gobernados por personas que trabajen con esmero y con la profesionalidad que merecen sus cargos. Hemos caído en la insustancialidad, en la fachada, en las etiquetas, en la calidad mal entendida y en los procesos que solo acreditan títulos y certificaciones hechos para cumplir ante el público. ¿Dónde queda esa profesionalidad exigible a cualquier técnico, asalariado, empleador, funcionario o dirigente? Con las buenas intenciones se puede subsistir, y, desde la autoexigencia, debemos reclamar esa competencia a la que aspiramos y que, sin duda alguna, es posible de la mano de los muchos profesionales que no solo ofrecen ganas sino altas capacidades para desempeñar unas responsabilidades de las que otros dependemos. 

 

Como leía recientemente en un artículo de prensa, los nuevo líderes provienen de personas con un perfil alejado del ansia de poder; sin ego, adaptables, que saben hacer bien su trabajo y contribuyen a sus equipos. Personas que han demostrado sus logros en otros lugares y que probablemente dejarán su huella de profesionalidad allí donde recalen. Una aspiración que resulta trasladable a los técnicos, cargos intermedios o directivos que ofrecen sus habilidades no solo a cambio de un salario o de un prestigio, sino también en aras de un bien común. 


Foto de MIGUEL GASCOJ en Unsplash

¿EN QUÉ DESTACAN TUS ALUMNOS?

sábado, 26 de octubre de 2024

 


 

El éxito del mensaje de Ken Robinson con su libro "El elemento" planteaba la necesidad de seguir aquello que te apasiona para ganarte la vida. A pesar de las críticas y alabanzas a este mensaje, aún hoy en día continuamos planteando esa dicotomía, que nos incomoda, entre vocación y empleabilidad. Difícil trabajo tienen los orientadores. Tal vez, como docentes, no ayudamos lo suficiente a nuestro alumnado a resaltar en aquellas cualidades que mantienen en barbecho. Por distintas razones (número elevado de estudiantes, escaso tiempo, falta de cultura al respecto) no verbalizamos esas aptitudes o talentos que individualmente cada uno de ellos atesora.

 

Con facilidad descubrimos las carencias más evidentes o el éxito sobresaliente de aquellos alumnos que despuntan por los extremos. Sin embargo, es menos frecuente explorar y destapar las habilidades personales o aquellas artes en las que cada uno de ellos destaca. La predominancia, en principio sensata, de una evaluación objetiva, nos lleva a centrarnos en las competencias y contenidos que todos los estudiantes debe agenciarse; sin ahondar en las especificidades que a nivel individual pudieran relucir. Se suponía que la inclusión y la diversidad venía a enmendar este entuerto; pero nos hemos quedado en tratar de solventar los casos más complejos, de la mano de los especialistas, dejando de lado al estudiante medio que puebla mayoritariamente las aulas. 

 

Los procedimientos y la burocracia no son necesarias para alentar al alumno. Todos somos capaces de resaltar las cualidades que cada joven posee en mayor o menor medida. Probablemente, muchos chavales jamás han recibido un halago o felicitación por su forma de ser, sus cualidades personales o sus inclinaciones profesionales. No podemos ni debemos tomar decisiones académicas o laborales en el nombre de los alumnos o sus familias, pero sí es posible reforzar y elevar las motivaciones que muchos no encuentran para su futuro de vida. Destacar en qué son buenos, además de corregir sus carencias, es un ejercicio sencillo que podríamos automatizar en nuestra práctica docente. De manera informal pero como una responsabilidad necesaria. Seguramente, incorporar esta práctica ayude a insuflar la energía que muchos chavales requieren durante su paso, más o menos anodino, por el sistema educativo. Sin importar sin son buenos o malos estudiantes, mejores o peores en su comportamiento, impertinentes o juiciosos. ¿La educación no era inclusiva?

 

Y, de paso, lograr uno de los objetivos de nuestra labor. Como dice Meirieu:

...nuestro trabajo consiste en convencer a nuestros alumnos, contra toda fatalidad, de que un futuro diferente es posible. Un futuro en el cual, gracias a que habrá conseguido aprender, podrá comprender mejor y comprender el mundo, y así asumir, prolongar y subvertir su propia historia.

Foto de Robby McCullough en Unsplash

FORMAR PARA GENERAR CONTENIDOS

jueves, 24 de octubre de 2024

 

FORMAR PARA GENERAR CONTENIDOS

 

Ser perservante o concienzudo no se lleva. Al menos eso dicen algunos gurús y expertos en las redes que nos lanzan anzuelos sin importar si pican pescados precongelados. Si pierdes demasiado tiempo creando contenido es porque algo estás haciendo mal. Eso dicen. Eres un profesional ineficaz o un ingenuo que no hace buen uso de las herramientas digitales que tiene a su alcance. Ser creador de contenidos pasa por programar contenidos para toda una semana en menos de una hora. Y además, aseguran sin vergüenza, que tus creaciones van a ser valiosas y obtendrán la repercusión deseada entre tu público objetivo. Productores a demanda y a destajo. 


La IA generativa ha acelerado este proceso y la desvirtuación de una escritura (y lectura) atenta y artesana. Con Twitter nos hartamos a sintetizar mensajes en esos ciento cuarenta caracteres que inicialmente nos ofrecían. Ahora, ni esas docenas de caracteres son una creación real de sus supuestos autores. Ni siquiera los vídeos o las imágenes nos ofrecen la garantía de que sean verdaderas. Todo son copias por doquier, imitaciones o creaciones ficticias que nos hacen dudar de las personas que las publican o los hechos que anuncian. El fast food de los contenidos ha venido para quedarse. 


Mi sensación, cuando veo que una portada o la imagen que ilustra un artículo parece haber sido generada por IA, es de rechazo. Se pierde autenticidad, pese a que no es justo valorar el fondo por la forma percibida. Las hamburguesas están de moda y nos las quieren hacer pasar por productos gourmet. Y eso mismo está pasando con los contenidos en las redes: cada vez es más difícil encontrar calidad y rigor en artículos o materiales de cualquier tema. Cursos en píldoras (masticables y tragables fácilmente), ensayos con no demasiadas páginas para no asfixiar al lector o vídeos donde en un minuto vas a encontrar la iluminación que necesitas para ser feliz en tu vida profesional y personal. 

 

Estoy convencido que ser resolutivo, flexible y autónomo (competencias que predicamos en la arena del aulario) no está reñido con buscar un aprendizaje más sosegado donde, como en un buen puchero a fuego lento, no necesitamos ser prolíficos sino sustanciosos. Podemos mandar a freír espárragos a todos los que nos prometen aprendizaje sin dedicación, resultados sin constancia o éxito instantáneo. La originalidad y la artesanía acaba sobresaliendo ante tanto content creator desalmado. A pesar de que los likes o los followers nos cuenten otra cosa, o las tendencias de esos estudios que suenan a profecías autocumplidas.

 

La calidad de los textos y contenidos que ofrezcamos al alumnado va a diferenciar nuestra enseñanza. Evaluar de otro modo, diseñar proyectos o ser cercano al alumno y a sus intereses, es compatible con buscar lecturas atentas, momentos de estudio o dedicar tiempo a escribir sin caer en el control C y V. En absoluto están demodé este tipo de prácticas. Estamos haciendo un enorme favor a estos estudiantes, futuros profesionales, que van a tener que cocinarse la vida ligando datos, filtrando restos, escogiendo el conocimiento y generando su propio relato de provecho. 

 

P.D. Para ser sinceros, he dedicado ochenta y dos minutos para la edición de este artículo. ¿Demasiado o muy poco tiempo?

 

Foto de Gaelle Marcel en Unsplash
Con la tecnología de Blogger.

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