FP CHILL

lunes, 10 de noviembre de 2025

 


Este curso me prodigo poco por este espacio personal. No encuentro apenas tiempo para escribir y reflexionar sobre la educación que me ocupa y preocupa, así como tampoco puedo entretenerme compartiendo recursos o lecturas interesantes que pueden ser útiles a otros docentes de FP. Tengo la esperanza de que vuelvan mejores tiempos para los blogs personales, aunque sea de la mano de esa moda retro que ahora se lleva. Tal vez los blogs, el ante y la pana vuelvan a ser tendencia... 

 

Lamentablemente, estamos demasiado enfrascados con el día a día en el aula, elaborando materiales o entretenidos en esa evaluación que tanto esfuerzo requiere. Supongo que la vorágine pasará antes de las Navidades y en enero volveremos a las andadas con las nuevas evaluaciones y toda esa burocracia que conlleva la formación en la empresa o esos ingratos sistemas de calidad. 

 

Muchos andamos trasteando con la inteligencia artificial generativa, con más o menos fortuna, tratando de adelantar con un exceso de velocidad que no suele traer nada positivo. Escribir por cuenta propia parece que pasará a mejor vida. Presentaciones, programaciones, diseño de actividades, o incluso evaluaciones, son presa fácil de esa IA que dicen todo lo podrá. Al final puede también que la imagen del mono tocando los platillos se haga realidad dentro de nuestra cabeza. El tiempo dirá si todo este aceleramiento es sostenible.

 

La sensación, a pesar de esta tecnología facilitadora, es que andamos más ocupados que nunca. Todo ello junto a una juventud más compleja y con crecientes perfiles que requieren una asistencia más personalizada por razones de salud mental u otras circunstancias. El panorama actual solo se puede capear si la dosis de afecto hacia nuestro alumnado no mengua. Corremos el riesgo de que la ansiedad cambie de bando y nos mudemos en empleados de dudosa productividad. 

 

La ilusión puede que sea lo primero que se pierda. Rebajemos el listón en lo que menos importa para centrarnos en lo que más nos motiva. A muchos nos gusta dar clase, conversar con el alumnado y preparar materiales que puedan resultar interesantes. Luego vienen otras ocupaciones que solo tienen sentido si realmente aportan valor a los compañeros y las empresas colaboradoras. Vivimos con el tiempo acelerado y enfrascados en una multitarea y multipantalla donde algunos se autoexplotan (como diría Remedidos Zafra) mientras otros viven confortablemente a costa de los demás. No sé dónde andará el termino medio.

 

Criticamos nimiedades mientras las horas de trabajo aumentan, las horas lectivas no disminuyen o el horizonte laboral se alarga sine die. Vivimos en un sistema de plazos permanente donde no cabe el espacio para el sosiego, la reflexión o una planificación atemperada a esa nueva normativa que ahora nos aprieta. Sabemos despotricar en petit comité; sin embargo, a la hora de la verdad andamos domesticados o resolvemos el envite solicitando una baja médica. Nos podríamos aplicar el modo chill que pregonan los más jóvenes.  

 

Espero, pese a mi optimismo habitual, que no caigamos en la nostalgia de una FP que debe seguir siendo artesana, enmarcada en un mundo digital, y con un profesorado que se adapta por convencimiento propio a una realidad cambiante donde el siglo XX queda ya lejos y donde la prioridad sigue siendo la misma: formar profesionales preparados y acompañar a los estudiantes en su crecimiento personal. No perdamos esa ventaja comparativa de una FP que entusiasma y facilita la vida de nuestro alumnado. 

 

Gracias por tu atención. Esa que ahora tanto cuesta. Nos seguimos leyendo.  

 

Foto de Maxim Mogilevskiy en Unsplash

CLAVES, MODELOS Y DUDAS DEL PROYECTO INTERMODULAR

martes, 4 de noviembre de 2025

 


 

Tras casi dos meses de curso, tal y como comentaba en el anterior artículo, seguimos enfrascados con esa multitarea que nos ha supuesto la nueva normativa de FP en nuestras programaciones diarias. A mi parecer, este agobio sigue impidiéndonos ver el bosque detrás de esos árboles o zarzas que suponen esos Resultados de Aprendizaje (RA) que tratamos de trasladar con dudosos criterios y pocas certezas sobre su conveniencia. Luego están los nuevos módulos transversales sobre digitalización y sostenibilidad, así como ese "Proyecto intermodular" que también parecen incomodar a los agraciados responsables de los mismos. 

 

En las tres últimas ponencias que he ofrecido al respecto de estos proyecto intermodulares, sigo percibiendo cierta desorientación sobre cómo diseñar estos retos y qué sentido tienen dentro del nuevo sistema de Formación Profesional. Además, las diferentes normativas autonómicas, parece contemplan de distinto modo este nuevo módulo donde el profesorado debiera tener una carga lectiva para trabajar junto a su alumnado; al igual que en los proyectos o retos lanzados también correspondería incorporar un trabajo colaborativo entre el profesorado junto a los necesarios equipos de trabajo que debieran formar los estudiantes. Los proyectos de carácter individual tienen poco sentido en el marco metodológico actual, así como no facilitan la adquisición de esas competencias con las que deseamos facilitar habilidades interpersonales y organizativas. 

 

Tanto en el taller ofrecido en el Congreso de CECE como en la conferencia en SIMO Educación he insistido en un diseño de proyectos donde se ponga el acento en el proceso y no únicamente en esas presentaciones finales donde no suele haber cabida a la mejora continua; es vital facilitar un aprendizaje donde el alumnado se autorregula a través de entregas parciales (con unos estándares claramente definidos) en cada una de las fases programadas antes de llegar a la exposición y divulgación de aquellos productos o soluciones finales demandados.

 

Tal y como marca la ley orgánica y el real decreto que desarrollan el actual sistema de FP, los centros educativos deben tener autonomía para incorporar ese trabajo en equipo de los docentes e innovar y experimentar a nivel pedagógico. La nueva FP debe ir encaminada a un modelo realmente flexible y no limitado a una serie de criterios de evaluación e infinidad de rúbricas que solo buscan el cálculo de una nota final. Tal y como se apuesta desde la evaluación formativa, también exigida por la normativa educativa, debemos atender al alumnado a través de procesos donde ofrecemos tiempos para la mejora de las tareas entregadas, gracias a un feedback permanente y a unos recursos seleccionados por el profesorado donde lo que importa es la mejora continua. 

 

A pesar de las indeseadas consecuencias de la incorporación de la IA generativa, el profesorado de FP es consciente del cambio de paradigma que supone su uso masivo por parte del alumnado (el profesorado está también en ello). Casi cualquier tarea que pedimos es susceptible de ser llevada a cabo por este tipo de IA. Es el momento de tratar de convenir con el alumnado el uso de la IA generativa en el aula y ofrecer una buena selección de recursos de calidad para evitar un abuso continuo de una IA que no siempre ofrece las mejores garantías en los resultados que genera. Reflexionar sobre las herramientas utilizadas y cotejar los contenidos generados por la IA generativa debe ser una práctica habitual en cualquier proyecto y módulo profesional. Citando a Tíscar Lara y Carlos Magro, en su recién publicado y recomendable libro "IA y educación. Una relación con costuras"

 

Un uso excesivo de herramientas de IA, impulsado por la presión para obtener buenos resultados, puede disminuir la capacidad de analizar, evaluar y sintetizar información de manera independiente.

 

Los estudios apuntan a la necesidad de trabajar una competencias blandas donde la resiliencia, el pensamiento analítico o la creatividad son esenciales para muchos empleadores.  Todo ello a pesar de una IA que nos debiera ayudar en estos menesteres pero que, en los tiempos actuales y en contraposición, nos recalca la importancia de unas habilidades interpersonales (What workers really want from AI) que no son técnicas pero sí vitales para el futuro profesional de nuestros jóvenes estudiantes. 

 

Además, sigue siendo vital buscar la colaboración de entidades o profesionales externos que enriquezcan estos retos o proyecto intermodulares junto a una selección de recursos de calidad que obliguen al alumnado a su utilización en detrimento de esas herramientas de IA generativa (Gemini, ChatGPT, Perplexity, Claude, Grok, etc.) que impiden la reflexión y ese pensamiento crítico que demandamos tan a menudo. Debiéramos marcar un uso convenido de la IA con momentos de desconexión de la misma y momentos donde se cotejen los resultados generados con esas fuentes fiables que recomendamos previamente. 

 

Cabe también señalar que, además de todas estas incertidumbres digitales que nos acechan, tenemos la oportunidad de mejorar estos proyectos o retos intermodulares a través del arte y las humanidades con las que cada docente está más sensibilizado y puede aportar más a un alumnado que, probablemente, está terminando su itinerario escolar oficial. Visitar museos, ir a conciertos, ofrecer lecturas o acudir a una exposición o charla son buenas excusas para crecer no sólo a nivel profesional. 

 

Estas cuestiones y otras muchas siguen incrementando las inseguridades de un profesorado de FP que desea enseñar del mejor modo posible. Docentes y alumnos necesitamos guías y modelos sencillos, efectivos y realistas, que sean de fácil aplicación en las aulas y talleres de los centros educativos. Espero que os resulten útiles estas plantillas diseñadas en Canva y editables para facilitar ese borrador inicial de un proyecto o reto intermodular y sus distintas fases y producto final. 

 

👉 Más recursos al respecto en el nuevo libro "Diseña tu proyecto intermodular" disponible en papel y en digital en Amazon.  

 

Foto de 8machine _ en Unsplash

FP HORRIBILIS

jueves, 9 de octubre de 2025

 


 

Este comienzo de curso, para el profesorado de FP, puede que esté siendo el más exigente y complejo (por no utilizar otros términos) de los últimos años. Ahora no recuerdo, pese las habituales incertidumbres que siempre arrastramos, un año con tantas novedades a implementar, tantas dudas, descontento y poco convencimiento con el rumbo que hemos tomado de la mano de un nuevo sistema de FP que comenzó su andadura el pasado curso académico. 

 

Quizás sea todo una percepción personal, pero las conversaciones con profesorado de otros centros educativos, procedentes de distintas regiones y sin importar la titularidad de los centros, me lleva a esta conclusión: agobio, estrés e incomprensión de las medidas adoptadas. Y no es de extrañar. En mi opinión, nos hemos enfrascado en unos cambios necesarios que buscan transformar una FP que requiere mejoras; cambios que no pueden venir solo de la mano de un mera aplicación legislativa y una malentendida autonomía de los centros educativos. Vivimos en un last minute permanente sin una guía de viaje que nos facilite ese plausible y deseable destino. Todo son prisas y cunde cierta desorientación. 

 

El sector educativo no es un sector profesional cualquiera. En estos momentos, más allá de entender la filosofía de la nueva ley de FP y ofrecer recursos adicionales para su cumplimiento, nos hemos enfrascado en reorganizar los currículos y adoptar y adaptar los nuevos y viejos módulos como si no hubiera un mañana. Nos estamos dedicando a encajar a la fuerza este puzzle normativo sin entender el sentido de los cambios y sin caer en la cuenta de que desandar el camino resultará luego más costoso o que, en el mejor de los supuestos, todo seguirá igual pero con daños colaterales.

 

A pesar de ser docentes, es evidente la falta de pedagogía existente a la hora de enfocar todos los cambios implantados con el objetivo de una necesaria transformación de la Formación Profesional. En ocasiones parece que no hay nadie al mando o que estemos pilotados por demasiados conductores con distintas guías. Nos hemos centrado en diseccionar los currículos en ciento y una rúbricas con otros tantos criterios de evaluación, instrumentos y resultados de aprendizaje. Estamos cayendo en una excelitis donde importan más lo porcentajes, las filas y las columnas, que buscar un sentido a la evolución que necesitamos. Además, nos faltan referencias claras y relevantes que nos sirvan para encauzar las modificaciones por el mejor camino y desde ese denostado confort que nos ayudaría en esta exigente escalada. Trabajamos en un ay permanente que no facilita nuestra principal misión: preparar y dar la mejor clase posible.

 

No se trata de contraponer la FP de antaño con unos módulos profesionales a menudo inconexos y con un exceso de teoría frente a una FP donde parece que solo caben indicadores de calidad o unas metodologías que parecen desactivar al docente en lugar de activar al estudiante. La educación requiere tiempos de reflexión, debate, lecturas sosegadas y menos inteligencia artificial para cuadrar esas programaciones que tan bien relucen en nuestro escritorio virtual. Hemos redescubierto los currículos oficiales para darnos cuentas de que acaso nos habíamos dejado asuntos pendientes durante estos últimos años; sin embargo, nos atosigan ahora con un cumplimiento preciso de esos mismos currículos (a menudo desfasados) junto a nuevas competencias y resultados de aprendizaje. Todo por el mismo precio, menos horas disponibles y recursos materiales similares. 

 

Para más inri, nos enfrentamos con cierta desazón e ignorancia a una propagación ilimitada de la IA generativa en todas las áreas de la educación. Estamos acelerando ciertos procesos del aprendizaje en una FP que también es valiosa por su cariz artesano donde el método es igual o más importante que el resultado y donde nuestra materia prima son las personas. De nuevo, sin querer caer en el pesimismo tecnológico, somos unos crédulos si pensamos que la IA va a transformar la educación y esa FP que queremos. El cacareado pensamiento crítico y analítico acabará siendo otra impostura si no ponemos remedio. Corremos también el peligro de rendirnos ante una IA, que de momento nos sirve para camuflar un exceso de tareas, donde la exigencia pasa a mejor vida en aras de no complicar la existencia del profesorado o en busca de la satisfacción del mal llamado cliente. 

 

Veo difícil que nos libremos de esta galopante burocratización de la enseñanza donde todo se debe medir sin importar lo importante. Estamos cayendo en un autosabotaje continuo en una escuela que precisa pensar hacia adónde vamos y donde todo no es estandarizable ni medible. Dejemos de tirarnos piedras contra nuestro propio tejado. Simplifiquemos, por favor. Medir cada minuto en el aula, cada comportamiento, cada rúbrica o cada iniciativa, acelera el desencanto por una educación donde lo fundamental es disponer de docentes complacidos con su profesión. La docencia es relevante por esa mucha o poca capacidad que tenemos de transformar y ofrecer un mejor porvenir a alguna de esas personas que cada día se sientan junto a nosotros. 

 

Y para avanzar es necesario echar la vista atrás. Sin ilusión no hay mejora, por muchos planes novedosos que nos despachen. Entendamos la FP, y este curso que mal comienza, como una ocasión para aplicar aquellos cambios que consideramos realmente importantes y sin desmerecer el trabajo ya realizado. Además de la autoexigencia y un necesario optimismo, también es momento de demandar recursos y tiempos para que todos y cada uno de nosotros podamos aportar ese singular talento que cada docente es capaz de ofrecer en sus aulas y talleres.  

 

Foto de Matthew Henry en Unsplash
Con la tecnología de Blogger.

.

Back to Top