SOBRE LA PROFESIONALIDAD DEL ALUMNO Y DEL PROFESOR

jueves, 14 de febrero de 2019
Los que trabajamos en Formación Profesional somos conscientes de la importancia de transmitir esa profesionalidad a nuestros alumnos con independencia del carácter o personalidad que cada uno posee. La profesionalidad se transmite de muchos modos y no está en absoluto reñida con ser más o menos extrovertido, cohibido, ocurrente o incluso excéntrico.

Por muchos años que uno ejerza laboralmente, se puede, en un momento dado, perder ese crédito de profesionalidad que demandamos a diario fuera del ámbito doméstico. Tal vez, una metedura de pata, un comentario inadecuado o un conflicto personal, pueden provocar que esa invisible cuenta de profesionalidad que todos tenemos vuelva a su saldo inicial, a cero. Y, ahora, con las redes sociales de por medio, mucho incauto juega con fuego. Aunque, en el mal llamado mundo real o físico, no es tampoco difícil ser testigo de actitudes desafortunadas.

profesionalidad docente y del alumno

Hay quien pasa de la profesionalidad, o que incluso incongruentemente se la demanda al alumnado sin el mínimo de comprensión y empatía -estamos formando gente joven- necesarias en cualquier aula. El saber estar, la perseverancia, la sobriedad, la prudencia o la modestia no son valores que vendan hoy en día. Siempre ha parecido que vende más la ostentación o la apariencia, pero somos mayoría los que apreciamos al profesional silencioso que desempeña su labor sin necesidad de medallas públicas.

La juventud, por su inherente falta de madurez, es fácil de deslumbrar; por mucho que hoy día nos prevengan de su casticidad digital o altas competencias. En cualquier caso, los alumnos perciben -con mayor o menor acierto- la indolencia o la dedicación que le ponemos a nuestro trabajo. Luego vendrán los errores y las meteduras de pata, pero, la intención que ponemos en que el alumno aprenda y sea competente, es captada fácilmente el alumnado.

Los docentes, como en cualquier otro sector, podemos destacar por una mayor o menor profesionalidad. Tal vez la docencia sea un arte complejo en el que con los años, si le pones mucha dedicación, acabas adquiriendo cierta maestría; no obstante, sin esa dedicación y actitud hacia la profesión -a través de la formación, la lectura y cierta predisposición- se complica la mejora profesional. La ausencia de una carrera docente ya hacen bastante difícil la motivación del profesorado, por no hablar de la escasez de recursos a la que nos acostumbra la Administración; por ello, sin esa dedicación sensata -no hace falta ser ningún héroe- acabas recibiendo un salario pero se pierde la respetabilidad por el camino.

Mi intención queda lejos de dar lecciones morales en este asunto, pero no puedo evitar quemarme con ciertas situaciones que ayudan bien poco a esa deseada profesionalidad de nuestros alumnos de Formación Profesional.

photo credit: verchmarco Ein abgebranntes Streichholz zwischen neuen Streichhölzern - Nahaufnahme via photopin (license)

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