Los profes más viejunos recordarán aquellos tiempos en que los problemas técnicos se limitaban a desatascar las diapositivas de turno, conectar el vídeo-VHS y limpiar sus cabezales o cambiar la bombilla del proyector de transparencias. Los más intrépidos peleaban con unos pocos PC y sus casetes o disquetes flexibles. De la conexión a Internet ni se hablaba hasta finales del noventa: había sólo unos 300.000 ordenadores conectados en 1998.
Ahora, unos quince años después, hablamos de 25 millones de españoles los que usamos Internet el año pasado (700.000 más que en 2012). Actualmente, hay más de 28 millones de móviles con acceso a Internet. Hace un par de años había "sólo" unos 16 millones de líneas con banda ancha.
Aún así, la infraestructura de las redes de los centros educativos no ha sido capaz de asumir este vertiginoso crecimiento. Además de la inversión que supone, cada año surgen nuevos retos que las escuelas deben asumir con más o menos ingenio. Por suerte, dicho sea de paso, cada vez son más los docentes que utilizan habitualmente Internet en el aula con sus alumnos.
A todo esto hay que añadir la consabida exigencia del ser humano. Incluyendo como humanos a profesores y alumnos. Exigencia notoria cuando se cae la red en ciertos momentos, cuando el ratón no funciona, cuando al teclado le falta una letra, cuando no se reconoce la contraseña de la wifi y muchos otros cuandos.
Somos exigentes con la tecnología. Aún más aún cuando ésta no es la doméstica. Quizás no estemos aún preparados para cientos de alumnos conectados a Internet realizando descargas desde tabletas, smartphones, portátiles u otros ordenadores con sistemas operativos distintos. Cientos de alumnos en un mismo centro y al mismo tiempo. Quizás habrá que tener paciencia e ir avanzando poco a poco.
Muy buena la entrada! Cada vez que enciendo el proyector en clase me acuerdo de esas diapositivas requemadas que nos pasaba mi excelente profe de arte! Estoy de acuerdo en que todavía estamos muy lejos de poder aprovechar todos los recursos tecnológicos que ofrece el mercado. Es como el chavalillo al que sus padres le compran el coche antes de sacarse el carnet: de vez en cuando lo va a ver al garaje pero no puede disfrutarlo lo que quisiera. Pues nuestro coche ahí está, basta que se nos empodere (mediante recursos y formación) para poder sacarle provecho. En fin... Un placer leerte! Saludos!
ResponderEliminarGracias Ramón! Seguiremos disfrutando ese coche aunque se estropee de vez en cuando.
ResponderEliminarsaludos :)